Primer encuentro mundial de sacerdotes, diáconos y religiosos/as gitanos (documento final)

Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el documento final emitido por el Primer encuentro mundial de sacerdotes, diáconos y religiosos/as gitanos celebrado del 22 al 25 de septiembre en Roma por iniciativa del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.

DOCUMENTO FINAL

I. EL ACONTECIMIENTO

Del 22 al 25 de septiembre, 2007, se celebró en Roma el Primer Encuentro Mundial de Sacerdotes, Diáconos y Religiosos/as Gitanos, promovido por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes. El tema de la reunión, “Con Cristo, al servicio del Pueblo Gitano”, se inspiraba en las Orientaciones para una Pastoral de los Gitanos, Documento publicado por el Consejo Pontificio el 8 de diciembre, 2005. Este propone, entre otras cosas, la preparación de los Gitanos a las tareas pastorales en medio de su pueblo y aboga por una pastoral vocacional para facilitar una auténtica implantatio ecclesiae en ese ambiente.

Estaban presentes unas cuarenta personas, entre ellas 33 Gitanos consagrados, procedentes de 9 países europeos (Eslovaquia, España, Francia, Hungría, Italia, Lituania, República Checa, Rumania y Ucrania) y del Brasil. A último momento faltaron los delegados de India.

El encuentro comenzó oficialmente el domingo 23 de septiembre, con la Concelebración eucarística presidida por S.E. el Arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del Dicasterio, quien pronunció también la homilía.

La sesión de trabajo inició con su discurso de apertura. Después de dar una cordial bienvenida, Mons. Marchetto agradeció a Dios el don de las vocaciones consagradas, en particular en el pueblo gitano. Definió a los gitanos consagrados un “signo tangible” de la realización – aunque no sin muchas dificultades – de esa “implantatio Ecclesiae” en el ambiente gitano, de la que hablan las Orientaciones (cf. n. 101). El Arzobispo Secretario reconoció luego el valor que representan la vocación al Sacerdocio y la consagración religiosa para la evangelización y la promoción humana del pueblo gitano. Por este valiente testimonio de los consagrados – afirmó – «la Iglesia ─ por su parte ─ se muestra, en sus hijos, todavía muy sofocada por estereotipos y prejuicios respecto a los Gitanos, pero deseosa de un diálogo renovado y de una cordial acogida». El Presule recordó también que la celebración del Encuentro coincidía con los diez años de la beatificación de Ceferino Giménez Malla, el primer gitano elevado al honor de los altares, presentado por la Iglesia como ejemplo significativo de la vocación universal a la santidad, especialmente para los Gitanos que tienen con él estrechos vínculos culturales y étnicos.

El Rev. Mons. Novatus Rugambwa, nombrado recientemente Sub-Secretario del Dicasterio, introdujo a los participantes en el tema del Encuentro, presentando el programa correspondiente. En primer lugar, Monseñor subrayó cómo la reunión ofrece a los Participantes una oportunidad y un estímulo para reflexionar sobre lo que dicen las Orientaciones acerca de los Gitanos: su manera de ser, de actuar y de vivir, pero también sobre las exigencias que comporta la pastoral específica gitana. Después de haber valorado el papel que están llamados a desempeñar los consagrados en el proceso de reconciliación de los Gitanos en la sociedad y en la Iglesia, Monseñor Rugambwa se detuvo brevemente en el aspecto social de la vida de los Gitanos que, desafortunadamente, deja aún mucho que desear.

A mediodía, los participantes en el encuentro asistieron a la cita del domingo con el Santo Padre para recitar el Angelus. Después de la oración, el Papa Benedicto XVI les dirigió las siguientes palabras: «Queridos hermanos y hermanas, que el tema de vuestro encuentro: Con Cristo al servicio del pueblo gitano, se haga realidad cada vez más en la vida de cada uno de vosotros. Por ello oro y os encomiendo a la protección de la Virgen María».

En la tarde, el grupo visitó el “Santuario del Divino Amore”, donde, en la “pequeña iglesia” dedicada al Beato Ceferino Giménez Malla, recitó el Rosario en honor de la Virgen y en homenaje a su Patrono, mártir del Rosario. Allí los participantes fueron recibidos por Mons. Bruno Nicolini, Encargado para la Diócesis de Roma de la Pastoral Gitana. Estaba acompañado por un pequeño grupo de Gitanos, y estaban presentes también algunos delegados de la Comunidad de San Egidio, que lleva a cabo un notable trabajo en favor de la promoción del pueblo gitano. Se pudo realizar, así, una experiencia de unidad en la diversidad, tan deseada por los mismos Gitanos.

La primera ponencia del domingo 23 de septiembre, sobre el tema “Vocación como don y como compromiso” – en el contexto del tema general “Con Cristo al servicio del Pueblo Gitano” – estuvo a cargo de Mons. Mario Riboldi, uno de los pioneros de la pastoral específica para el pueblo gitano, con más de 50 años de dedicación. Partiendo de la consideración bíblica sobre la vocación de los profetas y sacerdotes, el Ponente presentó un panorama de la situación de las vocaciones en el ambiente gitano y enseguida examinó los hechos del pasado que contribuyeron a favorecer el desarrollo de las vocaciones, haciendo luego un recuento de la vocaciones que se conocen hoy. Según el cuadro que él presentó, resulta que los Gitanos consagrados son más de 100, procedentes de grupos Rom, Sinti, Calé, Manouches, Bhill y Jajabor, que viven en 16 países de Europa, de las Américas y de Asia. Después de haber subrayado la importancia de su misión en medio de la propia gente, el Ponente no dejó de poner de relieve los aspectos problemáticos, como el desprecio, tanto por parte de los payos como de su propia etnia (cf. el Evangelio de Marcos, cap. 6). Mons. Riboldi terminó afirmando que los Gitanos consagrados deben caracterizarse por un gran corazón, entregado a la misión, a ejemplo de San Pablo, Apóstol de las gentes.

La ponencia que siguió fue la de S.E. Mons. José Edson Santana de Oliveira, Obispo de Eunápolis, Promotor episcopal de la Pastoral de los Nómadas en el Brasil. El tema era “Con Cristo al servicio del Pueblo Gitano – En espíritu de caridad y en la comunión de los carismas”. El Orador dividió la ponencia en dos partes, exminando, en la primera, las condiciones socioculturales de los Gitanos en el Brasil. El País puede sentirse orgulloso de haber tenido un Presidente de la República de origen gitano, y de haber establecido, por decisión del Gobierno, hace un año, la Jornada Nacional del Gitano. En la segunda parte de la ponencia, el Obispo analizó la obra pastoral de la Iglesia local en favor del pueblo gitano, subrayando que, a pesar de los muchos éxitos logrados en veinte años de trabajo, son todavía muchos los desafíos a los que se debe responder.

La tarde del primer día estuvo dedicada al diálogo de los Participantes con los Ponentes y al mutuo intercambio de experiencias, cuyos resultados son particularmente ricos y significativos para la pastoral gitana. En primer lugar, ellos presentaron la realidad tan compleja en que vive hoy el pueblo gitano, destacando también las dificultades que ha de afrontar para “ser considerados” en la Iglesia y en la sociedad. Los resultados de los debates aparecen, en forma sintética, en las Conclusiones y Recomendaciones del presente Documento.

El día siguiente, lunes 24 de septiembre, comenzó con la Concelebración eucarística presidida por el Presidente del Consejo Pontificio, Señor Cardenal Renato Raffaele Martino. En su homilía, basada en la Liturgia de la Palabra del día (Lucas 8, 16-18), Su Eminencia presentó el binomio luz/tinieblas, señalando cómo hoy el poder de las tinieblas trata de ofuscar el esplendor de la luz divina. Y subrayó que manifestaciones de las tinieblas son el rechazo de Dios, el relativismo religioso, la “cultura de la mue
rte”, las guerras, el terrorismo, los aspectos negativos de la globalización, el desarraigo cultural, la pérdida de la identidad, etc. Por lo que concierne a la realidad gitana, el Cardenal recordó que se permanece en las “tinieblas todas las veces que el respeto se pliega al odio, o la marginación y el desinterés prevalecen respecto a la acogida y al compromiso, todas las veces que el bien se rinde ante el mal”. También cuando se asiste a actos de violencia y de injusticia contra los Gitanos – y viceversa – se cierne sobre las comunidades la oscuridad y la sombra del pecado. Salir de las tinieblas – insistió el Emo. Presidente – no es fácil, pues exige un empeño por la verdad, la justicia y la solidaridad, que significa estar con los pobres, los oprimidos, los marginados, los más débiles. La primera victoria de la luz sobre las tinieblas se registra cuando existe el respeto por toda persona, por su dignidad y sus convicciones. Los cristianos, por tanto, y en particular los consagrados a Dios, están llamados a ser la transparencia luminosa de Cristo en los ambientes donde trabajan.

La primera ponencia del día estuvo a cargo del R. P. René Bernard, S.J., ex-Director Nacional en Francia y trató de “La dimensión espiritual y litúrgica de las Orientaciones para una Pastoral de los Gitanos”. El P. Bernard expuso tres puntos: 1. Dimensión espiritual de las Orientaciones; 2. De la reconciliación a la comunión; 3. ¿Qué tipo de liturgia para el Bautismo? Procuró así de identificar las modalidades por medio de las cuales la Iglesia católica está presente entre los Gitanos, y los tiempos necesarios para que la participación de los Gitanos en la Iglesia llegue a ser activa y fructuosa. En primer lugar, el P. Bernard subrayó la importancia y el valor de la misión y de la presencia fundamental de Gitanos consagrados “en la frontera” de dos culturas y en un mundo gitano incorporado en la sociedad de los payos. Al hablar luego de la presencia de la Iglesia católica entre los Gitanos, el Ponente propuso una actitud de escucha hacia los Gitanos – también hacia los consagrados – sobre la visión que ellos tienen de las Iglesias y Comunidades eclesiales, hoy, ya que la Iglesia católica no es la única que se encuentra en este cruce de caminos. Y el Orador se preguntó: ¿consideran ellos la Iglesia católica como una comunidad que reconoce a nivel local, regional, nacional e internacional al pueblo gitano? El P. Bernard contempló enseguida el modo en que se realiza el paso de la reconciliación a la comunión entre Gitanos y payos para llegar a “vivir juntos” y “ser Iglesia”. Esto exige – afirmó – que los agentes de pastoral conozcan la realidad en la que se realiza el futuro del pueblo gitano. Por lo que se refiere a los Sacramentos, el Bautismo es una prioridad para la familia gitana – constató el Orador – pero permanece abierta la primera pregunta sobre las verdaderas motivaciones que llevan a los Gitanos a solicitar ese Sacramento.

El R.P. Claude Dumas, actual Director Nacional de la Pastoral de los Gitanos en Francia y primer Sacerdote gitano que ocupa ese cargo, habló sobre “Los desafíos para la evangelización y la promoción humana, a la luz de las Orientaciones”, siempre en el contexto del tema general “Con Cristo, al servicio del Pueblo Gitano”. En primer lugar, denunció las distintas formas de intolerancia, de rechazo al ‘otro’ y de racismo hacia los Gitanos, que impiden que estos últimos se sientan “hermanos” de los payos y sean considerados como tales por la Iglesia. Según el P. Dumas, la fraternidad entre Gitanos y payos es difícil de realizar en una Iglesia considerada por las comunidades gitanas como propiedad de los payos, lejana e inaccesible. Dada esa situación, es necesario construir puentes, lo que supone un diálogo auténtico y una reciprocidad; y esto se puede lograr sólo si Gitanos y payos están listos a dar los pasos necesarios “en una doble dirección”. Las Orientaciones, terminó el Ponente, invitan a los Gitanos consagrados, teniendo en cuenta su posición, a sensibilizar a su hermanos de etnia y a “tener el valor” de ir al encuentro de los payos.

Los temas de las ponencias fueron examinados, durante los trabajos en grupos, por los Participantes, quienes estudiaron la rica y difícil problemática de la evangelización y de la promoción humana.

Los trabajos del día terminaron con la lectura y la aprobación general de las Conclusiones y las Recomendaciones que presentamos a continuación.

II. CONCLUSIONES

– Se nota una gran diversidad en la realidad de la vida del pueblo gitano, hoy, según los países en los que se encuentra.

– La cultura gitana contemporánea se halla en una fase de cambios debido al desarrollo tecnológico, la influencia de los mass media y la alfabetización, que abre nuevas posibilidades para la evangelización. Por este motivo los Gitanos son siempre más conscientes de su propia dignidad y, al mismo tiempo, sienten la necesidad de trabajar en favor de la promoción humana de sus hermanos de la misma etnia.

– La relación entre Gitanos y payos está falseada por un rechazo ancestral, pero se abre en busca de la verdad que le es propia, impregnada de confianza y de amor gratuito, sin ningún deseo de dominio. Esto exige una relectura del proceso de desarrollo de ese encuentro, para tomar nota de la evolución del lenguaje, de los signos de una mayor confianza, etc. De este modo, también los payos se ganan el derecho a la palabra, reconocida y escuchada por los Gitanos. El camino es largo, si se quiere llegar a una auténtica coparticipación de la Palabra de Cristo para experimentar la alegría.

– El lenguaje religioso se encuentra, pues, en una búsqueda continua de la verdad, de parte y parte, siendo Verdad también la presencia de Cristo reconocida en el otro y en la Palabra del Evangelio que ilumina los acontecimientos de la vida. Es cierto que ahora el lenguaje de las imágenes se introduce en la familia gitana, invadiéndola a través de la televisión, internet, la publicidad, etc. Es un lenguaje que penetra, y ha sido impuesto por el mundo de los payos; por consiguiente, requiere un proceso de discernimiento.

– La Iglesia católica es consciente de que los Gitanos tienen necesidad de cantar, de bailar, en sus celebraciones, de acuerdo con sus costumbres, para poder la expresar la fe también desde un punto de vista físico.

– Los Gitanos consagrados no piden a la Iglesia que les dé un lugar especial, pues ellos también son miembros del Cuerpo de Cristo. En realidad, lo que se requiere es apertura y disponibilidad, por parte de los Gitanos y de los payos, para transmitirse mutuamente el Evangelio y vivir auténticamente la catolicidad de la Iglesia.

– Los Gitanos consagrados desean, además, que la Iglesia de la que forman parte sea, por medio de ellos y con ellos, el lugar donde todo Gitano puede ser reconocido con todas sus riquezas particulares; el lugar donde es igual a cualquier otro católico, por la misma dignidad otorgada a los fieles por un mismo y único Bautismo.

– Los Gitanos consagrados se comprometan a acabar con la imagen que tiende a considerar a los Gitanos solamente como pobres que deben ser ayudados. Es preciso hacer todo lo posible, con los demás miembros de la Iglesia, para que estos últimos se consideren también pobres, y necesitados de aceptar las riquezas humanas y espirituales de las que los Gitanos son portadores. Estos, últimos, por su parte, tienen que estar dispuestos a recibir de los payos.

– Todo servicio se ha de realizar en Cristo y con Cristo, porque de este modo el ser humano puede descubrir la grandeza y la dignidad propia y de los demás; las relaciones interpersonales inspiradas en el servicio permiten crear una auténtica cultura de acogida, solidaridad y caridad.

– La solicitud por las vocaciones entre los Gitanos es una de las prioridades de esa pastoral específica. Se pide, pues, a los consagrados de origen gitano,
una auténtica transparencia evangélica y una convergencia de iniciativas en distintos niveles, para que surjan y se desarrollen los llamamientos a ser nuevos trabajadores en la Viña del Señor.

– El respeto a la diversidad se manifiesta en la comunicación de corazón a corazón, que depende de nuestra capacidad de empatía y de todo lo que implica dicho comportamiento, es decir, poner atención a la humanidad del otro y a lo que él experimenta, respetando su identidad y sus costumbres, evitando actos y gestos que podrían herirlo.

– Los Gitanos consagrados tienen un papel particular para iluminar a sus propios hermanos de etnia sobre la presencia de las sectas y de los nuevos movimientos religiosos impregnados de proselitismo no evangélico; estos se basan, ante todo, en la atracción que experimentan los Gitanos por lo maravilloso, que se debe más a la emoción y a la sensibilidad, que a la comprensión de la fe; hay en ellos, además, una necesidad de triunfalismo respecto a la Iglesia católica, considerada como propiedad de los payos.

– Es posible constatar, sobre todo en la Europa oriental, que la pobreza de medios y de condiciones de vida no satisface las necesidades fundamentales de la persona humana y que esta situación se repercute negativamente también en la tarea pastoral, en favor de los Gitanos, de las respectivas Iglesias Católicas Orientales.

III. RECOMENDACIONES

Durante la reunión, surgieron distintas propuestas y recomendaciones, que se presentan a continuación.

– Se desea, ante todo, una mutua colaboración entre la Iglesia y las comunidades gitanas. Se solicita, por tanto, al Consejo Pontificio, que pida a las Iglesias locales, tanto a nivel de las Conferencias Episcopales como de las Diócesis, un mayor empeño para garantizar a los Gitanos una atención pastoral especial y sostener el trabajo que ya realizan los Agentes de pastoral.

– Habrá que tener en cuenta la posibilidad de crear estructuras semejantes a una Prelatura ( véase Orientaciones, nn. 87 y 88) y organizar un seminario internacional para los Gitanos, para favorecer un buen desarrollo de las vocaciones gitanas y garantizarles una adecuada formación específica.

– Se desea la presencia, en cada país, de agentes y animadores pastorales, dedicados exclusivamente a la misión evangelizadora y de promoción humana del pueblo gitano. Ellos están llamados también a ejercer el papel de mediadores entre la Iglesia y los Gitanos.

– Se hace necesaria una formación específica de los catequistas para evangelizar a los Gitanos, que tenga en cuenta su visión y experiencia religiosa y preste una especial atención a la mujer gitana, por ser portadora de valores humanos y religiosos en la familia.

– El trabajo de integración debe partir de la familia, célula básica de todo grupo humano, lugar fundamental de educación al diálogo, a la coparticipación y a las relaciones creativas y constructivas.

– Puesto que tanto los Gitanos como los payos están implicados en actos de racismo, es preciso que la raza no nos separe, sino que se procure favorecer la unidad en la diversidad. Ha llegado el momento de dar al mundo – sobre la base de la igualdad y dentro de la legítima diversidad – el único signo indicado por Jesucristo: “De tal manera que puedan ser uno, como lo somos nosotros. Yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a la unión perfecta, y el mundo pueda reconocer así que tú me has enviado, y que los amas a ellos como me amas a mí” (Jn 17, 22b-23a). Es el momento de dar este signo de amor fraterno, más con los hechos que con las palabras, más en lo cotidiano de la vida eclesial que en las manifestaciones extraordinarias.

– Se desea que los Sacerdotes, Diáconos y Religiosos/as de origen gitano asuman el papel de “puente” entre las dos comunidades: gitana y paya. Como personas consagradas por Dios y a Dios, y como “embajadores de Cristo”, les está confiado también del deber de animar, en la sociedad y en la Iglesia, ese paso a la reconciliación y a la comunión entre Gitanos y payos.

– Se solicita, por lo que se refiere al problema de las sectas, que la evangelización de los Gitanos no se limite a la indispensable proclamación del Evangelio, sino que esté apoyada por el testimonio y por vínculos de amistad, fraternidad e inculturación, para que ellos comprendan que la moralidad no nace de una imposición, sino que encuentra su fuente en el amor de Dios. Ante el Movimiento Pentecostal, es tarea de la Iglesia pronunciar palabras proféticas capaces de infundir la esperanza en los corazones de los Gitanos y fortalecer su pertenencia religiosa, católica.

– Se recomienda, en fin, buscar las maneras adecuadas de superar la desconfianza general hacia los Gitanos e insistir en una apertura en la sociedad que les dé la posibilidad de insertarse plenamente en ella.

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ZENIT Staff

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