AURONZO, martes, 24 julio 2007 (ZENIT.org).- Algunos de los más apremiantes desafíos pastorales de la Iglesia fueron afrontados este martes por Benedicto XVI en una sesión de preguntas y respuestas con 400 sacerdotes.
Cinco presbíteros de la diócesis de Belluno-Feltre y otros cinco de la de Treviso expusieron al Papa sus interrogantes en la iglesia de Santa Justina Mártir, en Auronzo, cerca de Lorenzago de Cadore, donde el Papa pasa sus vacaciones.
A la salida del encuentro, respondiendo a los periodistas, el mismo Santo Padre explicó que durante el diálogo «hemos hablado de la Iglesia, de Dios, de la humanidad de hoy»
«La Iglesia somos nosotros mismos y en este camino todos tenemos que colaborar», reconoció.
Dado que el encuentro estaba reservado a los sacerdotes, los periodistas no pudieron escuchar las respuestas. Los contenidos han podido conocerse por un resumen hecho por el padre Federico Lombardi, S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede.
Las preguntas de los sacerdotes ofrecieron al Papa la posibilidad de hablar sobre cuestiones como la evangelización y el diálogo respetuoso con las demás religiones en un contexto de fuerte inmigración.
El pontífice respondió también a la cuestión «siempre delicada que afecta a muchas personas», explica el padre Lombardi, «de los divorciados vueltos a casar».En particular, explicó «cómo conciliar misericordia y verdad».
Otros temas del diálogo fueron la fidelidad al Concilio Vaticano II y a su espíritu, el desafío de la formación de los jóvenes y de su conciencia moral, los problemas de la vida sacerdotal, las prioridades de su ministerio en la situación actual.
«La esencia del cristianismo no puede ser considerada simplemente como un paquete de dogmas», añadió el Papa, según refirió el padre Lombardi. La mejor manera de testimoniar a Dios a los hombres consiste en anunciarle en la vida de todos los días «con amor, fe y esperanza».
Se vive la religión católica «con los pies en la tierra y los ojos dirigidos al cielo», recordó. Por tanto, una buena pastoral «ayuda a ver la belleza de todos los dones», aclaró suscitando un aplauso entre los sacerdotes.
Los católicos, recalcó, deben ser hombres que han recibido y reconocen que la luz de Dios da sentido y esplendor a todo el mundo. Y, por tanto, da sentido a la vida.
«Los sacerdotes presentes no se perdía una palabra de sus labios», refirió el portavoz vaticano.
A la salida del encuentro, el Papa confesó que este período «bellísimo» de vacaciones en la tierra de los Dolomitas ha sido de descanso «no sólo para el corazón, sino también para el alma»
«No sólo he respirado este aire, don del creador, sino también este aire de amistad y de cordialidad del que me siento profundamente agradecido», reconoció.
Tras la visita a Auronzo, el Papa regresó a la casa de Lorenzago di Cadore, donde continúa sus vacaciones hasta el próximo viernes.