CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 12 julio 2007 (ZENIT.org).- El documento difundido el martes por la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe («Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia», acompañado de un Comentario) representa «una invitación al diálogo», confirma el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Al día siguiente de la difusión del documento, el cardenal Walter Kasper respondió a las críticas de entornos protestantes.
Tras «las primeras reacciones de irritación entre cristianos protestantes», «una segunda lectura más serena podrá mostrar cómo el documento no dice nada nuevo, sino que expone y explica, en un sintético resumen, la postura sostenida hasta ahora por la Iglesia católica», expresó una declaración, recibida por escrito en Zenit.
«No se ha verificado una situación nueva, y por lo tanto no existe tampoco una razón objetiva de resentimiento o motivos para sentirse tratados bruscamente -subraya-. Todo diálogo presupone claridad sobre las diversas posturas».
Refiriéndose a las comunidades de la Reforma, el purpurado alemán precisa que «han sido precisamente» los protestantes los que han pedido «recientemente» un «ecumenismo de “perfiles definidos”».
«Y ahora» el presente documento «expone y pronuncia el perfil católico, esto es, aquello que desde el punto de vista católico lamentablemente todavía nos divide», pero «esto no limita el diálogo, es más, lo favorece», recalca.
Invita a «una lectura atenta del texto», el cual «aclara que el documento no dice que las Iglesias protestantes no sean Iglesias, sino que no son Iglesias en sentido propio, esto es, no son Iglesias en el sentido en que en la Iglesia católica se entiende por Iglesia».
En efecto, en el documento vaticano se lee que «según la doctrina católica, estas Comunidades no tienen la sucesión apostólica en el sacramento del orden, y por ello están privadas de un elemento constitutivo esencial del ser Iglesia», reitera el cardenal Kasper.
Y recuerda que «las citadas Comunidades eclesiales, que, especialmente a causa de la ausencia del sacerdocio ministerial, no han conservado la genuina e íntegra sustancia del Misterio eucarístico, no pueden, según la doctrina católica, ser llamadas “Iglesias” en sentido propio».
El cardenal Kasper es consciente de lo mucho que desearían las Iglesias evangélicas «tener un concepto de Iglesia y de ministerio, que, por el contrario, no responde al concepto propio de los católicos».
«¿No es tal vez cierto –se interroga el purpurado- que el reciente documento evangélico sobre “Ministerio y Ordenación” hizo algo semejante, afirmando que la comprensión católica de Iglesia y de Ministerio, desde el punto de vista protestante, no es aquella “propia”?».
Sigue el cardenal Kasper: «Cuando después de la Declaración “Dominus Iesus” [del año 2000, «Sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia». Ndr] afirmé que las Iglesias protestantes son Iglesias de otro tipo, esto no estaba en oposición con la formulación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como pretendían algunas reacciones por parte evangélica».
«Al contrario, busqué una interpretación apropiada de la cual sigo convencido. Sobre todo porque -añade- los católicos aún hoy hablan de Iglesias protestantes, de la EKD como Iglesia Evangélica de Alemania, de la VELKD como Federación de las Iglesias Evangélicas luteranas en Alemania, de la Iglesia de Inglaterra, etcétera».
El documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe «no hace otra cosa más que evidenciar que nosotros usamos la palabra Iglesia atribuyéndole un significado que no es plenamente igual» -advierte-; el documento «hace un servicio a la claridad y como consecuencia al progreso del diálogo».
En cualquier caso, el purpurado reconoce: «En la base del diálogo no está lo que nos divide, sino lo que nos une, que es mayor que lo que nos divide».
«Por lo tanto no se debe pasar por alto cuanto [el documento] afirma de modo positivo respecto a la Iglesia protestante, esto es, que Jesucristo está efectivamente presente en ellas para la salvación de sus miembros», apunta.
Así que el nuevo documento «no constituye un retroceso respecto al progreso ecuménico ya alcanzado», sino que «es una invitación urgente a continuar un diálogo sereno», concluye.