CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 julio 2007 (ZENIT.org).- Don de Dios que permite recuperarse física y espiritualmente para el camino de la vida: así ha descrito Benedicto XVI las vacaciones.
Y en su intervención antes de rezar el Ángelus, a los miles de fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro (en el Vaticano) les ha deseado -«especialmente al que sienta mayor necesidad de ello»- que puedan «tener un poco de vacación», precisamente «para revigorizar las energías físicas y espirituales y recuperar un saludable contacto con la naturaleza».
Es lo que el Santo Padre tendrá oportunidad de hacer, del 9 al 27 de julio, en Lorenzago di Cadore, donde será «huésped del obispo de Treviso en la casa que acogió al venerado Juan Pablo II» en seis ocasiones entre 1987 y 1998.
«El aire de montaña me hará bien y podré dedicarme más libremente a la reflexión y a la oración», dijo en la mañana de este domingo, a modo de despedida.
La citada localidad se encuentra en la región del Véneto, en el nordeste de Italia. El Papa se alojará en una casa, rodeada de bosque, en plenos Dolomitas.
El sitio se sitúa dentro de la diócesis de Belluno-Feltre, en la que nació Juan Pablo I.
Benedicto XVI elogió este domingo el entorno de montaña, que «en particular, evoca el ascenso del espíritu hacia lo alto, la elevación hacia la «alta medida» de nuestra humanidad, que lamentablemente la vida cotidiana tiende a abajar».
En este contexto envió su saludo a los jóvenes que, en esos momentos, clausuraban la quinta peregrinación –participando en una Eucaristía a 3.000 metros de altitud- a la Cruz del Adamello (macizo alpino entre las provincias italianas de Brescia y Trento), donde Juan Pablo II también estuvo dos veces.
La iniciativa bianual, promovida por la pastoral juvenil de la Conferencia Episcopal italiana, ha llegado así a su quinta edición.
El Papa inició el Ángelus invocando la protección de la Virgen María para que, «tanto en la misión como en el justo descanso», «podamos cumplir nuestro compromiso con alegría y con fruto en la viña del Señor».
En su saludo en polaco, subrayó que «el tiempo de vacaciones es un don de Dios». «Gracias al descanso -reconoció-, recuperamos las fuerzas para el camino de nuestra vida»
«A cuantos no pueden dejar el trabajo –pienso en particular en los agricultores empeñados en las cosechas- les deseo que puedan gozar de los frutos de su esfuerzo», y que en «este trabajo también puedan tener algún período de descanso y esparcimiento», expresó Benedicto XVI.
Las próximas tres semanas se suspenden las audiencias generales de los miércoles. El domingo que viene el Papa rezará el Ángelus en el Castillo de Mirabello. El domingo sucesivo, en la plaza de Lorenzago di Cadore.
El Santo Padre regresará de su estancia en los Dolomitas el 27 de julio. Se trasladará, como de costumbre, al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo (a una treintena de kilómetros de Roma). Las audiencias generales se reanudarán el miércoles 1 de agosto.
Antes de emprender este programa especial de verano, este domingo ha renovado la cita «a todos los jóvenes italianos para los días 1 y 2 de septiembre en Loreto». En el santuario mariano en esta ciudad italiana, Benedicto XVI se encontrará con la juventud católica italiana, a la que se espera en gran número.