Un representante católico analiza los desafíos del diálogo católico-ortodoxo (I)

Monseñor Dimitrios Salachas comenta la visita del arzobispo de Atenas

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ROMA, miércoles, 13 diciembre 2006 (ZENIT.org).- El arzobispo Christodoulos, cabeza de la Iglesia Ortodoxa Griega, visitará por primera vez a un Papa este jueves, y se espera que del encuentro con Benedicto XVI salga una declaración conjunta en favor del reconocimiento de las raíces cristianas de Europa.

Sobre esta visita y sus repercusiones ecuménicas, Zenit ha entrevistado a monseñor Dimitrios Salachas, del exarcado apostólico greco-católico de Atenas, profesor de Derecho Canónico en Roma, consultor de la Congregación para las Iglesias Orientales, del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, y de otros organismos de la Curia Romana.

–Hace unos años, y no muchos, era poco probable una visita del arzobispo ortodoxo de Atenas al Papa. ¿Qué está cambiando?

–Monseñor Salachas: Por lo que yo sé, la intención del arzobispo Christodoulos de visitar al Papa había madurado ya durante los últimos años del pontificado de Juan Pablo II, en cuyos funerales participó personalmente.

El punto de partida de una nueva época en las relaciones entre la Iglesia de Roma y la Iglesia Ortodoxa de Grecia fue precisamente la peregrinación jubilar, en mayo de 2001, del Papa Juan Pablo II a Grecia «tras las huellas de San Pablo», y la firma de una Declaración conjunta en el Areópago de Atenas del Papa Juan Pablo II y del arzobispo Christodoulos, por la que se comprometían a una colaboración fraterna y a un testimonio común para la salvaguarda de la identidad cristiana del continente europeo.

Siguieron, en marzo de 2002, la visita a la Santa Sede de una delegación del Santo Sínodo de la Iglesia de Grecia, y en febrero de 2003, la visita de una delegación de la Santa Sede, presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, a la Iglesia de Grecia, y la participación de representantes de la Santa Sede en diversas iniciativas convocadas por la Iglesia de Grecia a nivel internacional y ecuménico.

La visita del Papa Benedicto XVI a Constantinopla vino a consolidar la decisión ya tomada meses antes por el arzobispo de visitar a la Iglesia de Roma y encontrarse con su obispo para reafirmar el compromiso asumido con la Declaración en el Areópago de Atenas en 2001.

–En algunos ambientes católicos, se considera que uno de los principales problemas para la unidad de los cristianos es la unidad de las Iglesias ortodoxas entre ellas. ¿Cómo son las relaciones entre los grandes patriarcados y especialmente con el Patriarcado Ecuménico?

–Monseñor Salachas: La unidad y la comunión entre las Iglesias ortodoxas –cada una de las cuales se rige sinodalmente y goza de una autonomía administrativa interna– no se manifiesta del mismo modo que en la Iglesia católica, en la que el Romano Pontífice, como autoridad suprema de la misma Iglesia, es el fundamental criterio doctrinal y canónico de comunión eclesial.

El Patriarcado Ecuménico ha sido a lo largo de los siglos y es todavía hoy la primera sede entre las dieciséis Iglesias ortodoxas de tradición bizantina (nueve patriarcados y siete Iglesias autocéfalas nacionales y autónomas).

La Iglesia Ortodoxa en su conjunto está integrada por la plena comunión de patriarcados e Iglesias nacionales autónomas, unidas en la fe ortodoxa definida por los primeros concilios ecuménicos y reguladas por los sagrados cánones de los mismos concilios, que se rigen internamente de modo autónomo, según los propios estatutos emanados sinodalmente, manteniendo la precedencia en el orden y en el honor entre ellas, basada en criterios de origen histórico-canónico. Los patriarcas de las Iglesias ortodoxas, aunque posteriores en el tiempo unos de otros, son todos iguales en cuanto a dignidad patriarcal, exceptuando la precedencia de honor entre ellos.

El orden de precedencia entre las antiguas sedes patriarcales de las Iglesias ortodoxas corresponde, en primer lugar, a la sede de Constantinopla y tras ella a la de Alejandría, luego a la de Antioquia y después a la Jerusalén.

La precedencia entre todos los demás patriarcas y cabezas de las Iglesias ortodoxas se ordena según la antigüedad de la sede patriarcal o arzobispal.

El Patriarca de Constantinopla, que desde el siglo V lleva el título de «ecuménico» es en Oriente el primero en el orden y en el honor entre los patriarcas y jerarcas ortodoxos.

Esta prerrogativa, aunque no es de índole jurídica sino sólo honorífica, porque cada Iglesia ortodoxa es gobernada en modo autónomo y sinodal: comporta una función de sintonía y sinergia de comunión panortodoxa, de iniciativa, de coordinación, de acción común a nivel panortodoxo, tras previa consulta y acuerdo con todas las otras Iglesias ortodoxas.

Por tanto, el Patriarcado de Constantinopla goza de una preeminencia de honor entre las Iglesias ortodoxas y sus cabezas.

En este sentido, una Iglesia Ortodoxa local es canónica en la medida en que está en comunión con la Iglesia-Madre de Constantinopla y con todas las otras Iglesias ortodoxas.

Entre las diversas Iglesias ortodoxas, en el pasado ha habido problemas y tensiones internas de diferente tipo (nunca de índole doctrinal sino más bien de carácter étnico y canónico jurisdiccional) y los hay todavía hoy, pero esto no ha sido nunca causa de ruptura de la comunión canónica eclesial o de cismas.

La unidad de la Ortodoxia se manifiesta de modo especial litúrgicamente con la celebración, en circunstancias solemnes de la Divina Liturgia en cada Patriarcado e Iglesia, en el que se conmemoran a todos los patriarcas y cabezas de las Iglesias ortodoxas, según la antigüedad de la sede patriarcal o arzobispal, empezando por el patriarca ecuménico.

–Como católico griego y especialista en derecho oriental, ¿considera que el hecho de que los católicos en Grecia tengan algunos problemas, como es la falta de reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia católica, puede detener el camino ecuménico?

–Monseñor Salachas: Es verdad que el problema del reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia católica preocupa desde hace decenios a los católicos en Grecia con graves consecuencias prácticas.

Durante la visita del presidente de la República Helena, Karolos Papoulias, al Vaticano el 28 de enero de 2005, se afrontó este problema.

El Presidente, acompañado por la ministra de Educación y Asuntos Religiosos, la señora Ghiannakou, se comprometió decididamente a una justa y rápida solución de este problema con el fin de dar a la Iglesia católica en Grecia un estatuto jurídico apropiado y reconocido.

Actualmente, el Ministerio ha instituido una comisión mixta para estudiar una posible solución al problema.

Se busca una solución en el contexto de la Constitución y del ordenamiento jurídico en vigor en la República Helena. No faltan dificultades en esta línea pero se espera que muy pronto la comisión pueda lograr la solución deseada.

El Papa Benedicto XVI, al recibir el 30 de octubre pasado a los obispos católicos de Grecia, en visita «ad limina», expresó la esperanza de que con paciencia y en el respeto de los procedimientos legítimos, sea posible lograr, gracias al empeño de todos, el deseado acuerdo.

No pienso, por tanto, que este problema pueda ralentizar la buena relación ecuménica a alto nivel entre las Iglesias.

El problema no se refiere de hecho a la Iglesia ortodoxa sino que es de exclusiva competencia del Gobierno, el cual, además de la obligación de garantizar el derecho constitucional de la libertad religiosa de cada ciudadano y de cada religión, debe responder a las interpelaciones de la Comunidad Europea, de la que Grecia es miembro. No pienso que la Iglesia ortodoxa quiera ralentizar este proceso.

[La segunda parte de esta entrevista se publicar
á este jueves, 14 de diciembre]

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ZENIT Staff

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