WASHINGTON, viernes, 8 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Menos parejas casadas estables y más nacimientos fuera del matrimonio es la situación de Estados Unidos. Estos nacimientos alcanzaron el 36,8% el año pasado, un 1% más que en el 2004, según un informe del National Center for Health Statistics, una agencia federal, publicado el 21 de noviembre.
Cerca de 4,1 millones de bebés nacieron el año pasado en Estados Unidos. Más de 1,5 millones de ellos nacieron de madres no casadas. Los datos mostraban que esta vez no son las madres adolescentes las responsables del aumento de nacimientos de madres solteras, sino las madres que están en la veintena.
De hecho, la tasa de natalidad de las adolescentes descendió un 2% en el 2005, y ahora es un 35% más baja que el tope alcanzado en 1991 con 61,8 nacimiento por cada 1.000 mujeres, observaba el National Center for Health Statistics.
Poco antes, un informe de la Oficina del Censo de Estados Unidos revelaba que las parejas casadas suman sólo el 49,7% de la población. Esta cifra está por debajo del 52% de cinco años antes, observaba el 15 de octubre el New York Times. El periódico afirmaba que este declive en el porcentaje de parejas casadas se debe a un aumento en el número de adultos que pasan una etapa más larga de sus vidas como solteros o viviendo sin casarse con su pareja.
No obstante, Steve Watters, director de la sección de adultos jóvenes de Focus on the Family, declaraba al New York Times que la tendencia hacia un número menor de parejas casadas era más una reflexión sobre retrasar el matrimonio que un rechazo absoluto del mismo.
Allan Carlson, presidente del Howard Center for Family, Religion and Society, era menos optimista. «La proporción de hogares de matrimonios casados ha bajado del 76% en 1957 a menos del 50% actual», afirmaba en un artículo en la entrega del 5-11 de noviembre del National Catholic Register. «Son cambios masivos, y el matrimonio es una institución que está en declive».
Pero Maggie Gallagher, presidenta del Institute for Marriage and Public Policy, sostenía que el matrimonio no está realmente en minoría. «Aunque hay una clara y preocupante tendencia hacia un declive del matrimonio en Estados Unidos, la sugerencia de que el matrimonio se ha convertido en una institución minoritaria es todavía falsa», declaraba al Register. Diversos expertos apuntan que del 85% al 90% de los norteamericanos se casará en algún momento de sus vidas.
Apoyo del gobierno
Muchas organizaciones están implicadas en el esfuerzo de consolidar el matrimonio, y recibieron recientemente un aumento de fondos federales. El pasado verano, el congreso de Estados Unidos decidió dedicar 100 millones de dólares al año para promover el matrimonio y 50 millones de dólares al año para lograr padres comprometidos, informaba el 21 de julio Associated Press.
El gobierno federal proporcionó algo de dinero en el pasado para promover el matrimonio, pero sólo sumaba una media de cerca de 14 millones de dólares al año durante los pasados cuatro años, afirmaba Wade Horn, secretario adjunto para niños y familias en el Departamento de Sanidad y Servicios Sociales de Estados Unidos.
Ayudar a las parejas a valorar la institución del matrimonio es también de importancia clave según un estudio del organismo de estadística del gobierno canadiense, Statistics Canada. Un informe del 28 de junio revelaba que un factor clave para la durabilidad del matrimonio es el nivel de compromiso con la institución.
En el estudio: «Till Death Do Us Part? The Risk of First and Second Marriage Dissolution» (¿Hasta que la Muerte nos separe? El Riesgo de Disolución del Primer y Segundo Matrimonio), Statistics Canada analizaba datos de la Encuesta Social General del 2001, así como los riesgos que afectan al éxito o fracaso de un matrimonio. Un factor clave encontrado fue el compromiso de las parejas con el matrimonio como fuente de felicidad.
En el caso del primer matrimonio, se encontró a personas que creían que la unión marital no era muy importante para su felicidad. Estas personas corren un riesgo de fracasar tres veces superior que las personas que lo juzgaban muy importante.
En el caso de los siguientes matrimonios, el riesgo de fracaso fue también cerca de tres veces más alto entre las personas que sentían que el matrimonio no era muy importante para su felicidad.
Más de un tercio de los matrimonios canadienses terminará en divorcio antes de que la pareja celebre su trigésimo aniversario, observaba el informe.
El papel de la fe
El estudio también descubrió que el matrimonio y el tener hijos tienden a hacer volver a las personas a los lugares de culto que pueden haber abandonado en su juventud. Un total del 86% de los que en alguna vez en su vida estuvieron casados informaban de que pertenecían a un credo religioso. De estos, el 42% había asistido a los servicios religiosos al menos una vez al menos en el año que precedió a la encuesta. Los índices correspondientes a adultos que nunca se casaron eran del 77% y el 22%, respectivamente.
A su vez, la observancia religiosa se asociaba con la durabilidad matrimonial. Las personas que asisten a servicios religiosos durante el año tienen de un 10% a un 31% de menor riesgo de disolución matrimonial que aquellos que no asisten nunca.
El informe también confirmaba que «el probar» a vivir juntos antes del matrimonio no funciona. «Vivir como pareja de hecho también se asocia de forma decidida con la primera ruptura matrimonial», comentaba el estudio. De hecho, el riesgo es un 50% mayor entre las personas que vivieron con su pareja antes de casarse que entre quienes no lo hicieron.
El matrimonio, concluía le informe, «todavía parece poseer un aura que lo eleva sobre el simple acuerdo de convivencia». Las parejas casadas, generalmente, tienen un mayor compromiso y una mayor calidad de relación que las uniones de hecho, «que sugiere algo sobre la naturaleza trascendente del compromiso matrimonial mismo».
Baja el divorcio
Al otro lado del Atlántico ha habido buenas noticias este año para las parejas. Un informe del Office for National Statistics del Reino Unido mostraba un descenso de más de un cuarto en el número de matrimonio que acaban en divorcio, comparado con principios de los noventa.
El Sunday Times informaba el 2 de abril de que, en el 2003, el número de parejas que se divorciaron en Inglaterra y Gales tras menos de cinco años fue de 27.511, por debajo de los 37.252 de hace 10 años. Además, los datos del 2004 muestran que, por tercer año, se casaron más personas. El número de matrimonios subió un 1% hasta los 311.180.
El número de hijos, sin embargo, sigue bajando, observaba un artículo del 10 de abril del periódico Telegraph de Londres. La media por familia es actualmente de 1,3 hijos, en comparación con los 2,4 de sólo hace tres décadas.
La principal razón citada por las parejas para explicar esta reducción en las familias es económica. Los datos vienen de un estudio de 2.428 adultos. El estudio fue encargado por la Skipton Building Society.
La forma en que se estructuran los pagos sociales del gobierno británico también añade presión económica a la familia, observaba el periódico británico Independent el 26 de noviembre.
Contaba cómo a una pareja recién casada que fuera a un centro laboral para recibir consejo sobre posibles ventajas el funcionario les dijo que sería mejor que se divorciaran. Una pareja recibe 90,10 libras (175 dólares) en ingresos de apoyo a la semana y un soltero 57,45 libras (112 dólares). Este último obtiene un índice de apoyo al cuidado de un hijo mayor y las ventajas por hijos y jóvenes dependientes.
En medio de estos obstáculos para las familias, Benedicto XVI tenía palabras de apoyo a las parejas en su mensaje del Ángelus del 8 de o
ctubre. «Conscientes de la gracia recibida», afirmaba el Papa, «los esposos cristianos construyan una familia abierta a la vida y capaz de afrontar unida los numerosos y complejos desafíos de nuestro tiempo».
«Hoy su testimonio es especialmente necesario», continuaba. «Hacen falta familias que no se dejen arrastrar por modernas corrientes culturales inspiradas en el hedonismo y en el relativismo, y que más bien estén dispuestas a cumplir con generosa entrega su misión en la Iglesia y en la sociedad». Una tarea más difícil que nunca.
Por el padre John Flynn