La Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos sigue atentamente estos pasos, y se hizo eco a través de su agencia «Fides», el Miércoles Santo, de las declaraciones del obispo Wenceslaw Padilla –primer prefecto apostólico de la nación centroasiática–: «El gozo se palpa; hierven los preparativos en las cuatro iglesias donde, durante la Vigilia Pascual, los nuevos setenta católicos recibirán los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía».
En su mayor parte se trata de jóvenes de 16 a 20 años, pero también hay adultos de más de 40.
«Nuestro trabajo misionero continúa y crece constantemente, por las nuevas exigencias pastorales», apuntó el prelado.
«La Iglesia está echando raíces en todo el país, como demuestran las nuevas misiones en las ciudades de Darhan, Erdenet, y en otra provincia al sudeste de la capital», señaló.
Se eleva también la cifra de misioneros: actualmente ya hay 18 sacerdotes y cerca de 40 religiosas de 9 congregaciones misioneras, procedentes de varios países del mundo.
«Ellos representan un gran signo de la universalidad de la Iglesia y su testimonio es verdaderamente precioso –admitió monseñor Padilla–. Su presencia en Mongolia suscita curiosidad: la gente se acerca, encuentra acogida, conoce el mensaje de Cristo que viene a llenar un gran vacío espiritual», lo que se traduce en «conversiones espontáneas».
Según el prelado, «ahora que el gobierno está dando pasos hacia la democracia, hay muchas esperanzas para la Iglesia católica de este país».
«El gobierno —añadió– permite la educación católica e incluso nos ha pedido ayuda en los sectores educativo y social».
Hace un mes, el prelado recordaba a «Ayuda a la Iglesia Necesitada» que cuando los primeros misioneros católicos, un belga y dos filipinos, llegaron a Mongolia en 1992, prácticamente nadie había oído hablar de Jesús en el país
Aunque la primera evangelización de Mongolia se remonta al siglo VII, en realidad el nacimiento de la Iglesia en el país tuvo lugar tras la caída del régimen ateo-comunista, que hizo lo posible por acabar con toda forma de religiosidad.
Mongolia y la Santa Sede entablaron relaciones diplomáticas en 1997.
La población de Mongolia, de 2,7 millones de habitantes, es en su mayoría budista; en torno al 4% es musulmana.