CIUDAD DEL VATICANO, 6 diciembre 2002 (ZENIT.org).- Un voluminoso estudio del Consejo Pontificio para la Familia apunta a desenmascarar los numerosos términos que, de apariencia inocua, esconden objetivos ideológicos. El panorama terminológico sobre la vida y la familia ya cuenta con un instrumento clarificador.
El esperado «Lexicon de la Familia» saldrá a la venta a comienzos del próximo año en Italia. En el volumen, de casi mil páginas, han colaborado decenas de especialistas internacionales.
«Interrupción voluntaria del embarazo» para referirse al aborto y «salud reproductiva» para hablar de la anticoncepción son sólo dos ejemplos de los numerosos términos que han avalado muchos países introduciendo graves confusiones morales.
Incluso expresiones aparentemente inequívocas, como «indisolubilidad matrimonial» o «amor conyugal», pueden abrir las puertas a una nueva manipulación del lenguaje.
En la primavera del 2001, durante el Consistorio extraordinario convocado por Juan Pablo II, el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, anunció un nuevo «vademécum» de ética familiar.
Se necesitaba una obra de este tipo para subrayar los fundamentos doctrinales a la luz de las nuevas situaciones poner freno al «complot» familiar-lingüístico.
«Cuando se habla de familia en la ONU o en los parlamentos nacionales, los términos y los conceptos ambiguos impiden comprender verdaderamente las intenciones del interlocutor», explica el cardenal López Trujillo al diario Avvenire .
«Hace cuatro años –recuerda el purpurado–, organizamos un encuentro con algunos expertos internacionales e intentamos redactar una lista de las definiciones “arriesgadas”: aquellas que, detrás de fórmulas aparentemente positivas, esconden objetivos discutibles».
Así constataron «resultados preocupantes»: «Ya la mayor parte de las referencias a la familia, a la infancia, a la mujer, están viciadas por un lenguaje casi orwelliano. Se pronuncian frases que nunca definen con claridad el concepto que realmente se quiere expresar», explica el presidente del Consejo Pontificio para la Familia.
Hay cientos de ejemplo de ello, opina el purpurado. Cuando se habla de «discriminación de la mujer», en realidad «no hay preocupación de la condición femenina, sino que se quiere dar a entender que la familia es el lugar en el que las aspiraciones de la mujer son maltratadas», explica.
En otras palabras, «hablar de discriminación de la mujer –subraya— se convierte con demasiada frecuencia en un acto de acusación contra la familia».
Otro término que enmascara conceptos discutibles es el de «género». De ello se ocupa igualmente el Lexicon. «Actualmente hay muchos expertos que ya no se refieren al dato biológico, sino a la opción cultural», explica el cardenal López Trujillo.
«Según esta lógica –continúa–, la identidad sexual no debe tener sus raíces en la naturaleza humana, sino en la orientación que el sujeto es libre de abrazar. De esta forma, se intenta poner en el mismo plano a parejas heterosexuales y parejas homosexuales».
También se habla en la actualidad de «educación sexual», «pero se olvida explicar que la educación se dirige a la afectividad y a las relaciones interpersonales, no a las “técnicas” sexuales», constata el purpurado.
Son artificios lingüísticos que cooperan ciertamente contra la estabilidad de la familia. La confusión ideológica es gravísima. «Había verdaderamente necesidad de poner un poco de claridad», recalca el cardenal López Trujillo.