La vida religiosa española se pronuncia a favor de la paz

La lucha contra el terrorismo no justifica cualquier acción, advierte una Declaración

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MADRID, 15 diciembre 2002 (ZENIT.org).- Para expresar una palabra pública a favor de la paz y en contra de la guerra, y aludiendo a la lucha contra el terrorismo, la Junta Directiva de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) publicó este lunes la declaración «La búsqueda de la paz».

Durante la última Asamblea General de la CONFER –12 al 14 de noviembre—, los cerca de 400 superiores y superioras provinciales reunidos en Madrid vieron la conveniencia de dar a conocer la postura de los miembros de la vida religiosa en España sobre las crecientes amenazas a la paz en el plano internacional.

A través del documento divulgado se pretende ayudar a la reflexión de religiosos y religiosas y del resto de personas en este tiempo de Adviento que prepara la Navidad, «celebración del nacimiento de Cristo “Príncipe de la Paz” (Is 9, 6): allanando caminos de violencia, a la espera del Señor Jesús».

Por su interés, reproducimos a continuación el texto íntegro de la declaración «La búsqueda de la paz».

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La Junta Directiva, por indicación de los Superiores Mayores reunidos en la IX Asamblea General de la CONFER recientemente celebrada, quiere expresar una palabra pública a favor de la paz y en contra de la guerra en relación a las crecientes amenazas a la paz que están surgiendo en el plano internacional, en especial en la lucha contra el terrorismo. Con esta palabra pretendemos ayudar a la reflexión de los religiosos y religiosas españoles y de las personas que quieran escucharnos en este tiempo de Adviento, que prepara la Navidad, celebración del nacimiento de Cristo “Príncipe de la Paz” (Is 9, 6): allanando caminos de violencia, a la espera del Señor Jesús.

Estamos de acuerdo en censurar toda acción destructiva fraguada en el corazón individual, en la intención de grupo o en la conciencia social de los pueblos y realizada por voluntad humana. Igualmente censuramos el riesgo que suponen hoy los sectores fundamentalistas y violentos que tratan de justificarse en la religión o en ideas legítimamente defendibles, las mafias y los grupos delictivos al margen de la Ley que atentan contra la vida y la convivencia. Pensamos que cada persona y cada asociación tienen que analizar cualquier situación viendo ante todo la responsabilidad que les compete a ellos directamente en la solución de los conflictos suscitados.

Al abordar aquí un problema tan complejo como éste, queremos insistir en los criterios y actitudes que nosotros, configurados en el hemisferio norte y en el mundo occidental, debemos cultivar y mantener. Ante todo queremos agradecer el esfuerzo y el riesgo que asumen las personas y las instituciones que buscan la paz en situaciones extremas. Reconocemos las dificultades que tienen que afrontar los gobiernos en su lucha contra el terrorismo. Vemos que, por desgracia, los actos destructivos, violentos y de extorsión suscitan respuestas agresivas y actitudes violentas como si se legitimaran supuestas soluciones también destructivas.

Ante situaciones así, que pronostican acciones, respuestas y contrarrespuestas de terrorismos y guerras, defendemos que:

* Ningún país debe tomar decisiones que puedan perjudicar seriamente a otro al margen de las instancias supranacionales como las Naciones Unidas o el Tribunal Penal Internacional.

* Las presiones o acciones disuasorias por la fuerza sólo pueden realizase cuando se han agotado todas las vías pacíficas. En este caso deben dirigirse a los causantes concretos evitando ataques y destrucciones indiscriminadas e innecesarias.

* La lucha contra el terrorismo no justifica cualquier tipo de actuación.

* El trato a los prisioneros y detenidos debe respetar la dignidad humana y las convenciones internacionales.

* La búsqueda de la paz está por encima de conveniencias o compromisos internacionales motivados por intereses contrarios al bien común

* Muchos de los conflictos bélicos actuales se resolverían con un esfuerzo serio de las naciones ricas a favor de los pueblos más desfavorecidos. La inversión en desarrollo, con personas capaces y con medios económicos, por parte de los más ricos, secundada por una honesta administración de los países que reciben las ayudas, puede contribuir más a la paz mundial que muchos gastos en armamento.

* Desde la fe, como creyentes, y desde la valoración de la dignidad humana, como personas, creemos que las actitudes básicas en la búsqueda de la paz deben mantenerse incluso aunque seamos atacados por grupos que sustentan otros criterios.

Comprendemos la dificultad de poner en práctica estos planteamientos. Si lo lográramos, daríamos pruebas del respeto a los derechos humanos que propugnamos desde nuestra cultura y preservaríamos de nuevas calamidades a los más pobres o a los inocentes de nuestro mundo. Pedimos, en consecuencia, a los que tienen la posibilidad real en sus manos de evitar la guerra o de provocarla que depongan sus actitudes y abandonen sus planes y pongan, por el contrario, en marcha todos los recursos civilizados y pacíficos, los únicos que corresponden a la racionalidad y dignidad humanas. Para los constructores de la paz, que se asienta sobre la justicia, va todo nuestro reconocimiento y apoyo.

Madrid, 9 de diciembre de 2002

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ZENIT Staff

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