© A.C. Holguín Católico

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Cuba: Nuevo templo de Barajagua, lugar de "acogida y encuentro"

Colocada en el altar una reliquia del mártir San Pedro Poveda

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Crónica sobre la consagración del templo en Barajagua, Cuba, escrita por A.C. publicada en el portal ‘Holguín Católico’.
Barajagua, Cuba.- El sueño esperado durante años se hizo realidad cuando el pasado 14 de octubre tuvo lugar la dedicación del nuevo templo de Barajagua, como lugar de encuentro y acogida para los peregrinos en su camino hacia el Santuario de El Cobre.
Barajagua es el lugar de la Provincia de Holguín en donde por primera vez recibió veneración la imagen de la Virgen de la Caridad, después de haber sido encontrada en las aguas de la Bahía de Nipe.
Mons. Emilio Aranguren Echeverría recordó la historia y cómo quienes vivían en el Hato de Barajagua en el año 1612, “al recibir aquella imagen de la que eran portadores “los tres Juanes”, con inmediatez levantaron una casa para la Madre, de tabla de palma y pencas de guano real”.
El Capitán de artillería Francisco Sánchez de Moya envió una lámpara de cobre con aceite, de modo que siempre se mantuviera una llama encendida para iluminar la imagen.
Ante un templo repleto de fieles, el Obispo de la Diócesis de Holguín indicó que partir de aquel momento, comenzó a tejerse una historia que es Historia de Salvación. El mismo Obispo quiso demostrar lo que significa tejer y levantó en alto una madeja de estambre y dos agujetas mientras explicaba que hay personas ajenas a la fe en Dios que se comportan en la vida a partir de ellas mismas, por sí solas, “es decir, Dios no cuenta para ellas. Estas son las personas que se inclinan al protagonismo. Tejen con una sola aguja”.
Pero quienes ponen su fe en Dios, siguió diciendo, tienen una referencia a Dios, “saben que Él es su Creador y Padre, por tanto, no hay en ellas protagonismo, la Gloria es para Él, tejen con dos agujas”, subrayó, mientras las mostraba.
Añadió que, aunque en ocasiones y por debilidad humana, sale un “punto de revés”, Dios -en su misericordia- marca el “punto derecho” y la historia no solamente es historia humana, sino Historia de Salvación, porque Dios actúa en ella.
Para Mons. Aranguren lo acontecido en el Hato de Barajagua en 1612 no solo forma parte de la Historia de Cuba “es es también Historia de Salvación para todo nuestro pueblo cubano”.
Indicó que, de acuerdo a lo se había rezado en el Salmo (83) responsorial, “hasta el gorrión ha encontrado una casa, la golondrina, un nido, donde colocar sus polluelos”, así Dios hizo de Barajagua “el nido donde se incubó el amor filial a la Madre del Amor que, en el transcurso de los años, dio lugar a que la Virgen de la Caridad fuese proclamada como Madre y Patrona de Cuba”. Y elogió la generosidad de los barajagüenses que no han “hecho problema” del traslado de la imagen al Santuario de El Cobre “porque la sencillez del corazón de quienes viven en este pueblo, hace que de esta forma expresen el culmen de la generosidad, al compartir el regalo y no retenerlo y, al paso de los años, tampoco reclamarlo”.
La celebración se había iniciado a las 9:30 horas fuera del templo que se mantuvo cerrado hasta iniciar la procesión de entrada. Del lado derecho, sobre un cojín descansaba la reliquia de San Pedro Poveda custodiada por Toni Miranda, de la Institución Teresiana.
Delante de la fachada el Obispo agradeció la colaboración de los constructores y recordó al fallecido obispo cubano, auxiliar de Miami, Mons. Agustín Román “quien siempre me animó a darle a la Virgen de la Caridad y a este pueblo de Barajagua, el templo que ambos se merecen”.
A los fieles les invitó con palabras de un salmo: “ Entren por las puertas del Señor, con acción de gracias; por sus atrios con himnos”.
Dentro del templo, el rito estuvo lleno de signos y de simbolismo. Se bendijo el agua con que el Obispo aspergió a los fieles. Se cantaron las letanías de los santos implorando su ayuda y se procedió a la colocación, en el sepulcro del altar, todo de mármol, una reliquia de un mártir: el sacerdote Pedro Poveda Castroverde, quien dio su vida por confesar la fe y fue canonizado el 4 de mayo del 2003, por el Papa Juan Pablo II.
Momentos después, el Obispo, derramó el Santo Crisma sobre el centro y los cuatro ángulos del altar mientras oraba: “El Señor santifique con su poder este altar y esta casa que vamos a ungir, para que expresen con una señal visible el misterio de Cristo y de la Iglesia”. Con sus propias manos fue impregnando toda la piedra mientras los fieles observaban en silencio.
Con el mismo ‘Crisma’ ungió dos de las columnas del templo y otros sacerdotes hicieron lo mismo en otras cuatro. Dos sacerdotes jóvenes simbolizando el futuro, el párroco de Cueto simbolizando la misión y otra el Rector del Santuario de el Cobre, dado que Barajagua fue concebido como lugar de peregrinación hacia el Santuario Nacional de la Patrona de Cuba.
Momentos después el altar fue incensado, así como las columnas y los fieles. También se encendió una vela desde donde se prendieron las del altar y después todo el templo quedo iluminado. A continuación dos Siervas de María revistieron el altar para la Eucaristía.
Mons. Aranguren explicó que el templo se encuentra junto a la carretera donde los hijos e hijas de la Madre transitan en dos direcciones y “Ella los acoge, los mira, los comprende, los anima, tanto si vienen del norte como si lo hacen del sur”.
Le escuchaban cubanos de la comunidad de Barajagua, quienes mayormente se ocupan del pequeño templo y también de las comunidades de Cueto, Alto Cedro y Marcané, así como otros venidos de Holguín y otras comunidades.
“Para nosotros es un día de gloria” comentó Juan Antonio Rosas Carballido, coordinador del templo en Barajagua. “Nunca había visto una celebración como esta. Pienso que es un momento único con doble sentido. Ya tenemos templo y tenemos a Poveda que nos ayudará al encuentro con la Virgen y con Jesús”.
La directora del Coro de Cueto Ibelice Lisabeth Reyes compartió que “esta Virgen nos está ayudando a preparar los caminos hacia Jesús”. Para Damaris Pérez Ávila, también de la comunidad de Barajagua, hoy se cumplía un anhelo: “tener un templo como el que tenemos hoy”. Dijo que la comunidad continuará acogiendo a los peregrinos, “todos somos hermanos y esperamos que nos visiten para darles nuestra fe y nuestra esperanza”.
La construcción del nuevo templo se inicio después de que el antiguo, ya muy deteriorado, quedara ocupado a partir del ciclón Flora (1963) y, paulatinamente deteriorándose hasta que, en el año 2001, quedó reducido a la fachada. La arquitecta Ana Luisa Salceda ha llevado adelante la orientación de las obras con la ayuda de los constructores, muchos trabajadores y el apoyo del Obispado a través de la secretaria Rosa María Fernández Chelala.
Todos ellos fueron reconocidos por el Obispo quien, en sus palabras recordó también a las religiosas Dominicas de la Presentación que, “con tanto celo apostólico, avivaron la llama de la fe en este pueblo y acompañando a la comunidad católica. Fue también reconocido el fallecido arquitecto Luis Felipe Rodríguez Columbié quien había soñado con ver el templo reconstruido
Estuvo presente el artista Nicomedes Díaz Gijón autor de la imagen titular de la Virgen de la Caridad que preside el retablo del templo, quien indicó que “significa mucho para mí porque esta imagen está hecha para un lugar de Holguín, con mis propias manos. Lo hago gracias a la fe, porque desde niño me enseñaron a tener fe en la virgencita”.
Para su representante Boris Torres González el acto ha sido “un recordar la presencia de la Virgen en sus inicios, porque todo comenzó aquí en Barajagua, esta fue su primera casa y esto es una renovación eclesial”.
Mons. Aranguren agradeció la presencia de muchas personas llegadas desde lejos y cerca y con voz entrecortada por la emoción se dirigió a las comunidades de Alto Cedro y Marcané para asegurarles que ellos también tendrían su templo algún día.
Antes de finalizar su homilía rezó por las nuevas generaciones de barajagüenses “para que crezcan en la confianza del amor de Dios”. Y agradeció a la Institución Teresiana, asociación internacional de laicos, fundada por San Pedro Poveda, haber entregado “la astilla de un hueso del sacerdote mártir para que, a modo de semilla, permanezca en este altar”.
Recordó que San Pedro Poveda, sacerdote diocesano español, antes de llegar al momento cumbre de su martirio, supo poner en práctica la actitud de acogida, tanto en Guadix como en Covadonga, para cuantos necesitaban ser educados a la luz del Evangelio y de la práctica de las virtudes cristianas.
“La presencia de la reliquia de este Santo significa que este pueblo puede confiar en su intercesión y, en la medida que se conozca su vida, también podamos imitarlo y ser capaces de testificar – como lo hizo él- con el ejemplo de la vida lo que anunciamos con nuestros labios”, porque “el testimonio es lo que permite que nuestro mensaje sea creíble”.
© Texto y fotografías de A.C. Holguín Católico

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ZENIT Staff

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