Cardenal Tauran: las religiones deben defender el patrimonio moral común

Congreso de responsables de las religiones mundiales en Kazajistán 

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ASTANA, Kazajistán, miércoles 8 de julio de 2009 (ZENIT.org).- «La unidad de la familia humana es el fundamento último de una solidaridad mundial y la base de la búsqueda de valores éticos comunes, que, afortunadamente, suscitan ahora un interés creciente». 

Lo afirmó el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Jean-Louis Tauran, en su intervención en la tercera edición del Congreso de líderes de religiones mundiales y tradiciones, celebrado en Astana los pasados 1 y 2 de julio. 

El encuentro es una iniciativa del presidente de Kazajistán, Nursultan A. Nazarbayev, de los representantes de las mayores confesiones religiosas del mundo y de personalidades de renombre internacional de la política y la cultura. 

El encuentro se ha dedicado a la reflexión sobre la función de las religiones en la construcción de un mundo de tolerancia, de respeto mutuo y de colaboración, según informó L’Osservatore Romano en su edición diaria en lengua italiana de este martes. 

Tres mesas redondas han permitido profundizar en temas como el reconocimiento de valores éticos y espirituales para una ética universal, los posibles ámbitos de diálogo y de cooperación, y las perspectivas de solidaridad, especialmente en tiempos de crisis. 

«Los creyentes sostienen que la ética puede, no sólo producir las normas de comportamiento, sino también debe modelar la conciencia humana y contribuir a descubrir las exigencias de la ley natural: debemos hacer el bien y evitar el mal», señaló. 

«Éste es un principio fundamental que se impone a todos y que permite el diálogo entre las personas de diferentes culturas y religiones», destacó el cardenal. 

«Como creyentes, pues, debemos lograr indicar a nuestros hermanos, hombres y mujeres, que nuestros valores son fundamentales para ellos, para alentar la comprensión y el reconocimiento recíprocos y la cooperación entre todos los miembros de la familia humana», añadió. 

El cardenal Tauran también calificó la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 como «una de las mayores expresiones de la conciencia de la historia moderna». 

Para el purpurado, esta Declaración ha contribuido, sin duda, a hacer a los hombres y mujeres de nuestro tiempo «conscientes del patrimonio de valores inherentes a la familia humana y a su dignidad». 

Continúa siendo urgente «verificar que en nuestra vida la verdad triunfa sobre la ambigüedad», señaló, porque «ello cuestionará la tendencia a separar los derechos del hombre de las dimensiones ética y racional». 

Según el cardenal Tauran, el legislador debe actuar «de manera éticamente responsable para que la política no pueda abstraerse de la ética, y el derecho civil y el orden jurídico no puedan abstraerse de la superioridad de la ley moral». 

«Las grandes sabidurías y filosofías religiosas deben testimoniar la existencia de un patrimonio moral ampliamente compartido, que forma la base de todo diálogo sobre las cuestiones morales», destacó. 

«Este patrimonio expresa un mensaje ético universal que el hombre puede descifrar», aseguró el cardenal francés.
Y añadió: «La forma y el alcance de estas tradiciones puede diferir considerablemente según las culturas y situaciones, pero a pesar de ello, nos recuerdan la existencia de un patrimonio de valores morales comunes a todos los seres humanos». 
 

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ZENIT Staff

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