Cardenal Tauran: “No existe un cristianismo sin la cruz”

Misa en sufragio del Ministro paquistaní Shahbaz Bhatti

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ROMA, martes 8 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- “No existe un cristianismo sin la cruz”, y esta misma es a su vez sede de la “auténtica esperanza”, afirmó el cardenal Jean-Louis Tauran, Presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el pasado domingo cuando presidió una Misa en sufragio de Shahbaz Bhatti, el ministro paquistaní asesinado el 2 de marzo.

“La cruz nos empuja a dar nuestra vida por los hermanos”, recordó el purpurado en la homilía de la celebración, que se desarrolló en el Colegio Pontificio San Pedro Apóstol de Roma. “Nos recuerda que el amor es más fuerte que el odio”, “nos ayuda a comprender mejor que hay más alegría en el dar que en el recibir”.

“La Cruz significa que Dios es siempre más grande que nosotros los hombres, y sobre todo que la vida es más fuerte que la muerte”, añadió.

En Jesús crucificado, prosiguió el cardenal, “descubrimos también un poco de la inmensidad del amor divino que redime. La cruz nos revela el rostro misericordioso de Cristo, que nos abre siempre el camino de la esperanza”.

Actuar

“Ser cristianos es hacer siempre una elección”, recordó: “entre la luz y las tinieblas, entre la fe y la ley, entre la vida y la muerte, entre el Dios revelado por Jesús y la sabiduría humana, entre servir y dominar”.

“No se trata sólo de escuchar la Palabra de Dios, de recibir los sacramentos o de adquirir un buen conocimiento”, porque Jesús “desea que el ‘decir’ se acompañe con el ‘hacer’”.

“Si nos contentamos con ser cristianos sólo sociologicamente, o peor, cristianos cuya vida sea contradictoria con lo que decimos de Jesús, entonces correremos el riesgo de escuchar un día: ‘fuera de aquí, no te conozco’”.

Para el cardenal, “la vida luminosa de Shahbaz Bhatti” supone un ejemplo: “eligió a Cristo como salvador, a la Iglesia como madre, cada ser humano como hermano. Fue coherente hasta el final. Su vida fue y será para siempre una vida inmolada, un sacrificio ofrecido a Dios”.

“Ya que, desde niño y como hombre, Shahbaz ha dejado que Jesús crucificase su mirada y abriese su corazón, no tuvo ningún miedo, incluso tuvo la valentía de servir a sus hermanos cristianos y no cristianos, a su país, ofrecer sus servicios a la Iglesia, arriesgando su propia vida”.

“Debemos dar gracias a Dios por haber puesto en nuestro camino a este auténtico ‘mártir’, es decir ‘testigo’ de la fe cristiana, que supo ‘decir’ y ‘hacer’”.

“Si Jesús dijo ‘Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo’ (Jn 10,18), Shahbaz Bhatti pudo decir: ‘No tengo más que decir, ¡dedico mi vida a Jesús!’”.

Testigo ejemplar

“No existe un cristianismo sin la cruz”, recordó el cardenal Tauran.

“El mensaje evangélico molestará siempre. Pero el amor de los cristianos por todos será siempre luz, consuelo y solidaridad en medio de la violencia”, indicó.

“No faltarán nunca cristianos capaces de llevar la luz del Evangelio en su persona, sin destruirlo, sino purificándolo”.El purpurado recordó las dos eucaristías celebradas en Islamabad y en Lahore, el pasado noviembre.

“El domingo 28 de noviembre, el ministro Bhatti vino a saludarme al aeropuerto de Lahore y me dijo: ‘Sé que me asesinarán. Ofrezco mi vida por Cristo y por el diálogo interreligioso’”, confesó.

En este contexto, el cardenal Tauran exhortó a la solidaridad con los católicos pakistaníes, a los que ha pedido que hagan llegar “un mensaje de comunión en la fe, la esperanza y la caridad”.

“A menudo se sienten solos, sin protección. Esperan mucho de la comunidad internacional”, añadió.
Del mismo modo, pidió a Dios que se entendiese mejor que significa “dar la propia vida por los hermanos”.

“En el fondo -concluyó-, el pecado, el misterio del mal que parece dominar el escenario del mundo, tiene, quizás, simplemente la función de dar a Dios la alegría de perdonar, y nos exhorta a ser, en los caminos de la vida donde Jesús nos precede, heraldos de su presencia, convencidos de que de Él recibimos ahora la reconciliación, para ser a la vez reconciliadores de los hombres con Dios por medio de la Cruz”.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación