El gobierno cubano sigue ignorando a la Iglesia en el país

Se cumplen cinco años de la visita del Papa a la Isla

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LA HABANA, 16 enero 2003 (ZENIT.org).- El Estado cubano –el único comunista de América Latina– sigue relegando a la Iglesia al considerarla una simple entidad privada, ha reconocido el arzobispo de La Habana.

Cinco años después de la visita apostólica de Juan Pablo II a la Isla, el cardenal Jaime Ortega y Alamino manifestó la ausencia de cambios entre las relaciones del gobierno comunista y la Iglesia católica.

Al inaugurar el sábado una exposición de arte que conmemora aquel viaje del Santo Padre, el purpurado constató igualmente la ausencia de noticias sobre la Iglesia en la prensa local, aunque reconoció que sí se publican artículos sobre el Papa o las actividades de la Santa Sede.

La visita del Papa en enero de 1998 suscitó la expectativa de que Fidel Castro adoptaría políticas más abiertas hacia la Iglesia, permitiéndole difundir programas de televisión y hacerse cargo de centros de estudio. Sin embargo, «ningún tipo de reforma política se ha llevado a cabo», constató el cardenal Ortega.

Según explicó, la visita del Santo Padre contribuyó a que la Iglesia se hiciera más cercana y menos misteriosa para los cubanos, puesto que en el pasado fue calificada por los funcionarios comunistas como «contrarrevolucionaria». Fue una influencia «que dio vida y fortaleza a la Iglesia en Cuba».

Incluso la celebración de la Navidad, prohibida en 1969 por Castro, se restituyó en 1997, en vísperas de la visita del Papa, recordó el arzobispo.

Desde entonces, en las parroquias, «la feligresía no ha disminuido. También se abren casas para la oración de los fieles en barrios que no tienen iglesias. Aquí, en La Habana –afirmó su arzobispo–, se han abierto por lo menos 250 casas que llamamos casas de misión, algunas convertidas en verdaderas parroquias».

«El tipo de respuesta del pueblo cubano en búsqueda de una espiritualidad es una constante», manifestó el cardenal Ortega, citando como ejemplo a las 2.000 personas que celebraron las últimas Navidades en la Catedral de La Habana.

El arzobispo de la capital también reconoció como un gesto a «un laico católico consecuente con sus ideas» el saludo de Juan Pablo II al disidente cubano Oswaldo Payá, en una audiencia general celebrada el miércoles de la semana pasada en el Vaticano.

«El saludo del Santo Padre a Oswaldo fue de cortesía; yo también le envié una carta de felicitación por el Premio Sajarov en noviembre pasado», comentó.

«Pero la Iglesia –quiso aclarar– no apoya ningún proyecto político, sino la libertad de conciencia, y Payá ha sido consecuente con sus ideales».

Además, el prelado observó que Payá, como laico católico, ha respetado los límites que impone actuar en política y ser católico y no utiliza a la Iglesia cubana en su tarea política, «lo que merece respeto».

Oswaldo Payá, fundador del Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), intercambió unas palabras con el Papa en la audiencia general y calificó el encuentro como un «mensaje testimonial y un saludo al pueblo y a la Iglesia de Cuba a la que pertenezco».

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ZENIT Staff

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