El «Lexicon de la familia» desenmascara conceptos manipulados

Términos de apariencia inocua esconden objetivos ideológicos

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ROMA, 28 enero 2003 (ZENIT.org).- La confusión y manipulación en la terminología sobre familia y vida promovida por algunos grupos ideológicos y gobiernos ha llevado al Consejo Pontificio para la Familia a redactar el «Lexicon de la familia».

«Todos comprobarán que se trata de un esfuerzo serio y sistemático por realizar un diálogo clarificador», explica a Zenit el presidente del organismo vaticano, el cardenal Alfonso López Trujillo.

«Nosotros no hacemos cruzadas ni vamos contra las instituciones –dice–, sino que intentamos utilizar los instrumentos de la verdad que se desarrolla entre fe y razón, y en este caso deseamos llevar a cabo un diálogo con todos, educadores, políticos, legisladores».

Como recuerda el purpurado, el proyecto se ha realizado a petición de las ONGs católicas y de algunos gobiernos que participan en las conferencias organizadas por las Naciones Unidas. «Los términos y los conceptos ambiguos impiden comprender verdaderamente las intenciones del interlocutor», explicó el purpurado.

El «Lexicon Familiar» sale ahora en italiano con casi mil páginas y 78 voces compiladas por 16 expertos italianos y ocho extranjeros. En las traducciones, que se publicarán a lo largo de este año, se añadirán voces desarrolladas por expertos propios del mundo cultural propio del idioma.

Revela la ambigüedad de términos que hablan de «salud reproductiva» en lugar de aborto, «economía doméstica» en vez de reducción de los nacimientos o «crecimiento familiar sostenible» en lugar de contracepción.

Entre las intervenciones contenidas en el Lexicon se encuentra la del padre Georges Cottier, teólogo de la casa Pontificia, quien refiriéndose a la igualdad de sexos, explica que «la igualdad en el derecho de participación debe ir de la mano del reconocimiento de la propia vocación femenina. No puede ir en su perjuicio, penalizando la maternidad y la familia, como sucede a menudo» .

El lenguaje que cambia el significado de las palabras es «anti-lenguaje», según Carlo Casini, jurista y presidente del Movimiento por la Vida, quien pone en el «Lexicon» un «ejemplo típico»: «sustituir la palabra “aborto” por “interrupción voluntaria del embarazo”».

«El término “aborto” evoca sentimientos negativos de muerte, mientras que “interrupción voluntaria del embarazo” expresa cierta neutralidad y aleja la imagen del hijo perdido», añade Casini. En su opinión, ello prueba que el «objetivo último de la mentalidad anti-vida no es sólo la despenalización del aborto, sino la desculpabilización de las conciencias».

Maria Luisa Di Pietro, profesora en el Instituto de Bioética de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, en Roma, critica en el volumen la cultura de las nuevas píldoras abortivas.

«Con el término “contracepción” se indica una serie de productos de acción abortiva que se emplean en las fases más tempranas del embarazo» y que actúan también después de la completa anidación del embrión en el útero, según explica.

Se evita calificar estos medios como abortivos y se habla de contraceptivos para quitar la carga de un hecho dramático. «Así, la vida se destruye simplemente tomando una píldora: se dice que esto involucra menos desde el punto de vista psicológico respecto al aborto quirúrgico, y la mujer casi no percibe la gravedad de lo que está haciendo».

Para monseñor Carlo Caffarra, obispo de Ferrara, la «“procreación responsable” es uno de los engaños más increíbles que la cultura contemporánea ha construido». Según el prelado, el engaño consiste en presentar la «procreación responsable como un derecho que tiene la mujer para decidir de cualquier manera su propia fertilidad».

En este sentido, «la “procreación responsable” se exhibe como la promoción de la libertad de la persona», pero en realidad «esconde la idea de que la facultad sexual y su ejercicio no tiene en sí ni por sí misma significado alguno, salvo el que le quiera atribuir cada uno».

Por lo tanto, «dentro del concepto de “procreación responsable” se incluye también la legitimación del aborto y de la esterilización», advierte monseñor Caffarra.

El término «sexo seguro» también suscita dudas, como constata el doctor Jacques Suaudeau, del Consejo Pontificio para la Familia. «La prevención del contagio sexual por el Sida se ha limitado, desde hace veinte años, a la promoción del preservativo», comenta el doctor Suaudeau.

«Sin embargo, usar un preservativo para protegerse del Sida es jugar a la ruleta rusa: se multiplicarán más las experiencias sexuales, persuadidos de la protección ofrecida por el profiláctico, y aumentará la probabilidad del contagio», constata.

Según su criterio, el riesgo –aún reducido— del 10% de contraer la infección es excesivo. «No existe “sexo seguro”. ¿Qué diríamos de un modelo de avión si el 10% de sus vuelos acabara estrellándose?», concluye el doctor Suaudeau.

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ZENIT Staff

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