El Papa ora por el cese de toda forma de terrorismo en el mundo

En sus intenciones del mes de noviembre

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 30 octubre 2006 (ZENIT.org).- Durante el mes de noviembre Benedicto XVI orará especialmente «para que en el mundo entero se ponga fin a todas las formas de terrorismo».

Así lo anuncia el «Apostolado de la Oración» (http://www.adp.it/), una iniciativa –que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes– a través de la cual laicos, religiosos, sacerdotes y obispos de todo el mundo ofrecen sus oraciones y sacrificios por las intenciones que el Papa indica cada mes a nivel universal.

Ya varias veces, desde el inicio de su pontificado, Benedicto XVI ha mostrado su preocupación por la plaga del terrorismo.

La última vez fue durante su discurso –el pasado 19 de octubre- a la IV Asamblea Eclesial Nacional (de Italia) celebrada en Verona, un momento en el que alertó sobre «la atención especial» y «el compromiso extraordinario» que «requieren» «los grandes desafíos en los que amplios sectores de la familia humana corren mayor peligro».

Y enumeró a continuación «las guerras y el terrorismo, el hambre y la sed, y algunas epidemias terribles».

Pocas semanas atrás también consideró oportuno lanzar la advertencia de que «el tercer milenio comenzó con escenarios de terrorismo y de violencia que no parecen desvanecerse»; fue en su mensaje con ocasión de la celebración del XX aniversario del Encuentro Interreligioso de Oración por la Paz (Asís, 4 y 5 de septiembre).

«En muchas regiones puede dar la impresión de que no sólo las diferencias culturales, sino también las diferencias religiosas son motivo de inestabilidad o de amenaza para las perspectivas de paz», aludió.

«Precisamente desde este punto de vista, la iniciativa promovida hace veinte años por Juan Pablo II se convierte en una profecía –reconoció Benedicto XVI-. Su invitación a los líderes de las religiones mundiales a dar un testimonio conjunto de paz sirvió para aclarar sin posibilidad de equivocaciones que la religión sólo puede ser promotora de la paz».

Asimismo cada mes el Santo Padre ofrece sus oraciones y sacrificios por una intención misionera, cuyo enunciado de noviembre es: «Para que con el esfuerzo de los creyentes, unido al de las fuerzas vivas de la sociedad, se rompan las cadenas nuevas y antiguas que entorpecen el desarrollo del continente africano».

Por encargo del dicasterio misionero, el cardenal arzobispo de Cape Coast (Ghana), Peter Kodwo Appiah Turkson, comenta esta intención esbozando el perfil de la cultura africana, «rica en su diversidad», que «encierra algunos de los valores más nobles de la existencia humana, como son su amor por la vida, el sentido de pertenencia al que se atribuye un gran valor, y que es cultivado en las familias» y «un fuerte sentido de solidaridad y de la vida de comunidad».

Con todo, el purpurado, de 58 años, recuerda que múltiples factores empujan a que «numerosas naciones africanas se encuentren todavía en la mordaza de la enfermedad y de la carestía, de las guerras, de las tensiones raciales y tribales, de la inestabilidad política y de la violación de los derechos humanos».

Pero «la mano de un «buen samaritano» ya ha sido tendida a África por la Iglesia -reconoce-. En su pobreza, la Iglesia africana desarrolla un papel de guía en diversos países, llevando adelante programas que contemplan el desarrollo humano integral, suscitando admiración y aprecio por parte de sus gobiernos y de las agencias internacionales».

Y «los esfuerzos insuficientes de las Iglesias locales son integrados y reforzados por cristianos y otras organizaciones confesionales», además de muchas agencias, prosigue.

A ello se suma la determinación que surge y crece entre gobiernos y jefes de Estado africanos de ser fiables y luchar contra abusos y corrupción, intenciones que representan un «válido apoyo a los numerosos esfuerzos externos que aspiran a «catapultar» a África a una nueva órbita de salud mejorada, libertad económica, seguridad alimenticia, desarrollo, crecimiento, seguridad y paz», considera el purpurado ghanés.

«También es motivo de nuestra oración que las organizaciones de grandes dimensiones, sin rostro, pero mundiales (multinacionales) […] gradualmente reconozcan que los africanos son hermanos con los que vivir en solidaridad, a quienes no se puede explotar para el propio beneficio», concluye.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación