CASTEL GANDOLFO, 18 agosto 2003 (ZENIT.org).- El diálogo entre ciencia y religión, una de las pasiones en la vida de Karol Wojtyla, fue el eje dominante del seminario en el que ha participado este verano Juan Pablo II junto a unos veinte reconocidos intelectuales polacos.
Se trata de una cita a la que el Santo Padre suele invitar a compatriotas filósofos, científicos, literatos, teólogos… y que suele tiene lugar en los veranos, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
En esta ocasión, el seminario «Ciencia, religión e historia», que ha llegado a su decimosegunda edición, se celebró del 5 al 8 de agosto y tuvo por tema específico «Tiempo e infinidad».
Al finalizar el encuentro, el Papa dirigió un discurso a sus «amigos» intelectuales –a algunos les conoce desde que era profesor universitario en Polonia–, en el que explicó los motivos que le llevan a dar una particular importancia a este tipo de iniciativas.
«Para que los testigos contemporáneos de la verdad no se sientan solos es necesario promover una gran solidaridad de espíritu entre todos aquellos que están al servicio del pensamiento», afirmó.
«La Iglesia no puede quedar indiferente ante las conquistas de la ciencia que surgió y se desarrollo en el ámbito de influencia cultural de la cristiandad», aclaró en su intervención, que sirvió de broche de oro al seminario.
«Hay que recordar también que la verdad y la libertad están inseparablemente unidas en la gran obra de edificación de la cultura al servicio del pleno desarrollo de la persona humana», subrayó.
El Santo Padre propuso el lema acuñado por Cristo, «la verdad os hará libres» (Juan 8, 32), para «edificar una cultura evangélica libre de las ilusiones y de las utopías, que acarrearon tantos sufrimientos en el siglo XX».
En la misma jornada conclusiva, Juan Pablo II celebró la eucaristía en sufragio por los participantes en las precedentes ediciones de este seminario que han fallecido.
Monseñor Jozef M. Zycinski, arzobispo de Lublín (Polonia), ha confirmado que el Papa no sólo estuvo presente durante los tres días en las conferencias del seminario, sino que además intervino en las discusiones, ofreciendo su visión sobre la cooperación entre la ciencia y la fe.
Según ha explicado el arzobispo en declaraciones a «Radio Vaticano», este encuentro ha servido para desarrollar la reflexión de la Iglesia sobre «las teorías de la evolución en la cosmología y en la biología, eliminando la posibilidad de interpretaciones» de carácter fundamentalista.
