“El Papa quiere dar visibilidad a Cristo en la República Checa”

El prior del Carmelo de Praga habla sobre la coronación del Niño Jesús de Praga

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PRAGA, martes 15 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- La visita del Papa a la República Checa, del 26 al 28 de septiembre próximos, volverá a dar a Cristo «visibilidad y presencia» en un país donde sólo la cuarta parte de los habitantes se declara creyente.

En el gesto del Santo Padre, que nada más llegar a la capital checa, tiene previsto coronar canónicamente al venerado Niño Jesús de Praga, es muy evidente esta intención, que tendrá una gran trascendencia.

Así lo afirma el padre Petr Sleich, prior del Carmelo de Praga, en declaraciones difundidas por la asociación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Para él, la visita del Papa «tiene por fin devolver a Cristo visibilidad y presencia en la conciencia de las personas», a pesar de que «según las estadísticas, apenas una cuarta parte de la población de la República Checa se declare creyente».

A pesar de las cifras y del bajo número de vocaciones, el Prior del Carmelo de Praga se muestra «optimista»: «esto puede cambiar muy rápidamente, como ya pudimos comprobar con nuestros propios ojos cuando, hace veinte años, cayó el Telón de Acero».

Afirma no estar seguro de que «la cifra de los no creyentes en la República Checa sea realmente tan alta como dicen»: «Algunos se sienten inseguros cuando se abordan cuestiones relacionadas con Dios, pero yo no aseguraría que carecen de fe. Además, muchos checos que se declaran no creyentes aman al Niño Jesús de Praga, y yo estoy seguro de que muchos acabarán siendo amigos suyos».

Él mismo, vocación tardía, se hizo bautizar a los veinte años, cuando estudiaba Matemáticas. Hoy por hoy, casi toda su familia es católica.

Niño Rey

El Niño Jesús de Praga, venerado por creyentes de todo el mundo desde el siglo XVI, se encuentra en la iglesia de Santa María de la Victoria del barrio de Malá Strana, desde 1628. Actualmente recibe casi un millón de peregrinos de todo el mundo, y su devoción se haya extendida en todos los continentes, muy especialmente en la India, donde existen varios santuarios.

Para el padre Sleich, la imagen del Niño Jesús es una imagen que «toca el corazón de las personas, incluso no creyentes».

«El corazón humano es sensible frente a la imagen del Niño Jesús, y la Navidad también es una fiesta querida y apreciada por personas no muy creyentes en la República Checa, pese a ser considerada la nación más marcada por el ateísmo en Europa».

«Cuando, en nuestro santuario, la gente tiene ante sí a Dios representado como niño, no siente miedo; al contrario, porque como tal reclama nuestro amor, nuestro corazón, nuestras manos y nuestra ayuda», subraya el Prior.

La tradición afirma que santa Teresa de Ávila se lo regaló a una noble española quien, a su vez, se lo dio a su hija como regalo de bodas cuando ésta se casó en Praga. Después, en la Guerra de los Treinta Años fue profanada por soldados protestantes de Sajonia, que le rompieron las manos y la dejaron tirada sobre un montón de escombros detrás del altar.

Según una leyenda, la imagen fue encontrada por el carmelita luxemburgués Cirilo a Matre Dei, a quien en una visión, el Niño Jesús le pidió encarecidamente que le devolviera las manos, prometiéndole: «¡Cuanto más me honraréis, tanto más os bendeciré!».

Guardaron gran devoción al Niño Jesús de Praga, entre otros, santa Teresa de Lisieux y santa Teresa Benedicta de la Cruz. El poeta francés Paul Claudel le dedicó un poema. Recientemente, el arzobispo de Praga, cardenal Miroslav Vlk, ha declarado a la iglesia que alberga al Niño Jesús de Praga segundo santuario del país.

«El Principito»

El prior del Carmelo de Praga revela que la conocida novela El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, está inspirada en el Santo Niño.

«Lo que pocos saben es que Antoine de Saint-Exupéry estaba muy familiarizado con la veneración del Niño Jesús de Praga. Su libro se lee en los colegios por no ser una obra religiosa, pero lo cierto es que lo es en altísimo grado, pues se inspira directamente en el Niño Jesús de Praga. Un niño que viene del cielo, que ofrece su amistad, muere y regresa a las alturas…»

«Los niños que visitan al Niño Jesús de Praga entienden que el Niño Jesús no es una extraña peculiaridad católica y comprenden su mensaje», añade el sacerdote. «Precisamente los símbolos que no precisan de una larga reflexión son los más eficaces».

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ZENIT Staff

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