Firme condena del secuestro y cercanía del Papa con las víctimas de este crimen en el mundo

Se une en especial al llamamiento del arzobispo de Sassari, archidiócesis de Cerdeña

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 29 octubre 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha hecho llegar su cercanía a las víctimas de secuestros en el mundo, un crimen que ha condenado firmemente este domingo.

Fue tras rezar el Ángelus ante decenas de miles de peregrinos, en el primer saludo que pronunció.

«De muchas partes del mundo me llegan peticiones a favor de personas que, en distintos países del mundo, son víctimas de secuestros», manifestó el Santo Padre.

«Mientras subrayo la más firme condena de este crimen, aseguro mi recuerdo en la oración por todas las víctimas y sus familiares y amigos», añadió.

En particular el Papa se unió expresamente «al urgente llamamiento» que recientemente le ha dirigido el arzobispo y la comunidad de Sassari (de Cerdeña) «a favor del señor Giovanni Battista Pinna, secuestrado el 14 de septiembre pasado, a fin de que sea devuelto pronto a sus seres queridos».

De 37 años de edad, Pinna es ganadero de Bonorva. Su arzobispo local y toda la comunidad de Sassari se han movilizado por su liberación.

Monseñor Paolo Mario Virgilio Atzei reconoce en los micrófonos de la emisora pontificia la «inmensa gratitud» y al «emoción» con la que se ha acogido en la comunidad el llamamiento del Papa.

Y es que «ha habido mucha falta de atención, no tanto de la prensa local como de la gran prensa nacional» hacia el caso, apunta.

«Así que, cuando presenté [una] carta en la Secretaría de Estado, rogué que el Santo Padre diera voz a esta pequeña comunidad de nuestra diócesis», explicó el prelado.

Monseñor Atzei se hace portavoz de una «gratitud verdaderamente filial, profunda, fraterna, al Santo Padre», porque ha recogido este «afligido llamamiento».

Al poco de su secuestro, una llamada telefónica del propio Giovanni Battista Pinna informaba de la petición de rescate de 300.000 euros para quienes le retienen. Es la cuarta vez que, desde 1967, miembros de la familia Pinna sufren esta violencia.

Relata monseñor Atzei que visitó en cuanto pudo a la familia del secuestrado. «Me impresionó, por un lado, la actitud de dignidad de la familia –describió a “Radio Vaticana”-, y por otro lado la precaria situación en la que está esta familia: la madre en silla de ruedas, el padre debe sacar adelante ahora esta empresa bovino-ovina sólo, con la ayuda de un hijo; las dos hermanas, también, consternadas…».

Mientras tanto se pone la esperanza «en la fuerza invencible de la oración»; «en segundo lugar espero que el Espíritu Santo ilumine los corazones y las conciencias de estos que, franciscanamente, llamamos “hermanos lobos”, que den marcha atrás en el secuestro de este queridísimo hermano nuestro», «y en tercer lugar confío en que toda la comunidad diocesana, la comunidad local, saque de todo este trágico evento frutos beneficiosos y la capacidad de vencer las pequeñas cadenas locales de silencio», concluye el prelado.

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ZENIT Staff

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