Francisco: para los enfermos el silencio puede ser una tortura

El santo padre recibe a los participantes de la Conferencia Internacional sobre «La Iglesia al servicio de la persona anciana: el cuidado de las personas afectadas por patologías neurodegenerativas»

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El santo padre Francisco ha recibido esta mañana en el Aula Pablo VI a los participantes de la XXVIII Conferencia Internacional del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, que reunidos del 21 al 23 de noviembre han reflexionado sobre el tema «La Iglesia al servicio de la persona anciana enferma: el cuidado de las personas afectadas por patologías neurodegenerativas». También estaban presentes en el Aula los participantes del Encuentro de oración y reflexión de los enfermos y de los trabajadores sanitarios, organizado por el dicasterio en la vigilia de la clausura del Año de la Fe.

Francisco ha comenzado su discurso recordando que «las personas ancianas siempre han sido protagonistas en la Iglesia, y lo son aún ahora. Y hoy más que nunca la Iglesia debe dar ejemplo a toda la sociedad del hecho de que ellos, a pesar de la ‘dolencias’ inevitables, a veces incluso serias, son siempre importantes, es más, indispensables». También ha recordado que «la vida humana conserva siempre su valor a los ojos de Dios, más allá de cualquier visión discriminatoria».

En relación al tema del Congreso, el papa ha observado que las patologías neurodegenerativas «afectan al mundo socio-sanitario tanto sobre la vertiente de la investigación, como en la de la asistencia y el cuidado en las estructuras socio-asistenciales, como también en la familia, que se convierte en lugar privilegiado de acogida y de cercanía».

Es importante el apoyo a las ayudas y servicios adecuados – ha continuado el santo padre – dirigidos al respeto de la dignidad, de la identidad, de las necesidades de la persona asistida, pero también de aquellos que les asisten, familiares y trabajadores profesionales.

El papa ha indicado que esto es posible solo «en un contexto de confianza y en el ámbito de una relación de mutuo respeto. Vivida así, esa atención se convierte en una experiencia muy rica tanto profesional como humanamente».

Por ello, Francisco ha invitado a comprometerse en una asistencia, que junto al modelo tradicional biomédico, «se enriquezca de espacios de dignidad y de libertad, lejanos de los cierres y de los silencios, ¡esa tortura de los silencios!», advirtiendo que «el silencio muchas veces se transforma en una tortura».

En relación a esta dimensión, el obispo de Roma ha querido subrayar la importancia del aspecto religioso y espiritual. «Esta es una dimensión que permanece vital también cuando las capacidades cognitivas se han reducido o perdido». Se trata de poner en práctica – ha afirmado el santo padre – una pastoral especial para acompañar la vida religiosa de las personas ancianas con graves patologías degenerativas, con formas y contenidos diversos, para que su mente y su corazón no interrumpan el diálogo y la relación con Dios».

Para concluir el discursos ha dirigido un saludo a los ancianos: «vosotros no solo sois destinatarios del anuncio del mensaje evangélico, sino que sois siempre, y en su totalidad, también anunciadores con fuerza de vuestro bautismo». Y ha añadido que «cada día podéis vivir como testigos del Señor, en vuestras familias, en la parroquia y en otros ambientes que frecuentáis, haciendo conocer a Cristo y su Evangelio, especialmente a los más jóvenes». Recordad – ha insistido el papa – que fueron dos ancianos los que reconocieron a Jesús en el Templo y lo anunciaron con alegría, con esperanza».

(RED/RL)

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ZENIT Staff

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