La crisis argentina tiene lecciones para Latinoamérica; dice Juan Pablo II

La política y la economía deben estar al servicio de la persona

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CIUDA DEL VATICANO, 10 enero 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II aseguró este jueves que la crisis Argentina enseña a los países latinoamericanos que la política y la economía deben estar al servicio de la persona; por el contrario, la corrupción mina la democracia.

El pontífice dedicó un pasaje de su discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, con el que se reunió en el Vaticano con motivo del año nuevo, a Latinoamérica «gran continente» del que, confesó, se siente «siempre tan cerca».

En algunos de sus países, constató, «la persistencia de desigualdades sociales, el tráfico de drogas, fenómenos de corrupción y violencia armada pueden poner en peligro las bases de la democracia y desacreditar a la clase política».

«Recientemente –añadió–, la difícil situación en Argentina ha desembocado en desórdenes públicos que, tristemente, se han cobrado vidas humanas».

«Eso nos recuerda, una vez más, que la búsqueda del auténtico bien de las personas y de los pueblos debe inspirar siempre la acción política y económica de las instancias nacionales e internacionales», reconoció.

La crisis no es «irreversible»
El obispo de Roma invitó «a los habitantes de Latinoamérica, y sobre todo a los argentinos», «a mantener viva la esperanza en medio de las dificultades actuales, siendo conscientes de que, al contar con tantos recursos humanos y naturales, la situación presente no es irreversible y que se puede superar con la colaboración de todos».

«Por eso –insistió–, es necesario dejar de lado los intereses privados o partidistas y promover por todos los medios legítimos el interés de la nación, con la recuperación de los valores morales, el diálogo franco y abierto, y la renuncia de lo superfluo en favor de aquéllos que sufren todo tipo de necesidad».

El Papa Wojtyla concluyó asegurando que, en estas circunstancias, «es preciso tener en cuenta que la acción política es ante todo un noble, austero y generoso servicio a la comunidad».

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ZENIT Staff

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