La encíclica Humanae vitae cumple 46 años

El presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas reflexiona sobre la formación continua del médico

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El papa Pablo VI, en la encíclica Humanae vitae, «pedía a los médicos que considerásemos como propio deber profesional el procurarnos toda la ciencia necesaria sobre aquellos temas delicados para poder dar a los esposos que nos consultan sanos consejos y directrices sanas que ellos esperan de nosotros con todo derecho».

Con ocasión del cuadragésimo sexto aniversario de la encíclica, el doctor José María Simón Castellví, presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC) ha escrito una reflexión sobre la importancia de la formación continua en la profesión médica.

«En la actualidad podemos preguntarnos si las instituciones y los medios que utilizamos para formarnos son razonables y útiles. Una de las finalidades estatutarias de la FIAMC es la de contribuir al desarrollo de la profesión médica en general, trabajando también con médicos no católicos, que son nuestros iguales», asegura el doctor Castellví.

Reconociendo la importancia de los centros educativos tanto de la Iglesia como de la sociedad civil, el doctor se pregunta «¿qué sucede después de los estudios reglados? ¿Disponemos de estructuras y sistemas realmente útiles para servir con dignidad a nuestros enfermos?»

«Al abandonar la universidad, los médicos apasionados por nuestra profesión podemos quedar algo huérfanos. Es cierto que existen estructuras útiles para nuestro desarrollo personal y profesional. Sin embargo, los vacíos son demasiados y muchas instituciones están anquilosadas y no sirven», observa el presidente de FIAMC.

De este modo, reconoce que «las asociaciones de médicos católicos cumplen ciertamente una función importante en muchos países. Ello no significa que no deban extenderse, desarrollarse y ofrecer más. Algunas universidades ofrecen cursos de postgrado, pero no llegan a todos».

Por ello, el doctor cree que «las asociaciones colegiales y muchas asociaciones profesionales especializadas, no cumplen bien su misión». E igualmente advierte que «los medios de comunicación están sustituyendo rápidamente a las instituciones docentes en la formación-deformación de médicos y ciudadanos». Así como reconoce que Internet «es útil con reservas en el conocimiento sanitario» también está lleno de bulos y no sustituye la normal relación médico-paciente.

Finalmente, subraya que muchos tienen la certeza de que «es la industria farmacéutica y de utillaje sanitario la que contribuye más a la formación del médico». Aunque uno no conozca una técnica o medicamento, -explica el doctor- vendrán amablemente a presentárselos, le darán publicaciones, los subscribirán a actualizaciones por correo electrónico y se asegurarán a tiempo y destiempo de que tenga en mente las nuevas terapias. De este modo, el presidente de FIAMC reconoce que muchas empresas farmacéuticas forman muy bien a sus vendedores y que hay que aprender de ellos «pero con la cautela del profesional que sirve los intereses de sus pacientes. Y quizá haya que enterrar antiguos modelos y reflexionar sobre la mejor y más agradable manera de formarse».

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ZENIT Staff

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