Libia: El vicario apostólico de Trípoli pide acoger a eritreos en fuga

El nuncio reitera que la Iglesia sigue al servicio de todos los libios

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ROMA, martes, 1 marzo 2011 (ZENIT.org).- Tanto el vicario apostólico en Trípoli, la capital libia, como el nuncio en este país hicieron un llamamiento a la comunidad internacional para que acoja como refugiados a miles de eritreos que han huído de las zonas en conflicto. El embajador vaticano reiteró que la Iglesia sigue en su puesto, en Trípoli y Bengasi, al servicio de todos los libios.

Monseñor Giovanni Innocenzo Martinelli, vicario apostólico en Trípoli, hizo un llamamiento, transmitido este 28 de febrero por la agencia vaticana Fides, en favor de la población eritrea que se encontraba trabajando en Libia. «Ayer, dos mil de ellos vinieron a la iglesia y a nuestros locales pidiendo ayuda y asistencia», declaró monseñor Martinelli.

«Nos duele el corazón porque no podemos hacer nada por ellos. Mi pensamiento se dirige especialmente a las mujeres y los niños. Ellos son realmente los últimos del Evangelio. Son personas humildes, generosas y muy religiosas. Pido que estas personas puedan ser atendidas y encontrar refugio en alguna parte. No hay nadie que piense en ellos. No son peligrosos y no nos quitan el alimento de la boca”, comentó monseñor Martinelli, nacido en Libia de padres italianos.

“Hemos conseguido un ‘nulla osta’ para 54 eritreos que tienen los documentos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) – añadió el vicario apostólico –. Estas personas probablemente partirán mañana con un avión especial hacia Italia. Pero los demás no tienen los documentos del ACNUR. Solo haría falta un barco para recogerlos. Sería un gesto maravilloso. Los 54 que deben partir, hemos podido alojarlos en un local adyacente a la iglesia. Los otros dos mil querían quedarse en la iglesia, pero es imposible. Tratamos de ayudarles como podemos, contribuyendo a pagar el alquiler de sus casas”.

En cuanto a la situación en Trípoli, monseñor Martinelli declaró: «La situación aquí es tranquila. La mañana, que comienza tarde, después de las 9 de la mañana, ha sido precedida por una noche caracterizada por un completo silencio. Se goza de un poco de paz, se ve a la gente que va al banco a retirar los prometidos 500 dinares para cada familia. Hay filas frente a los bancos y tiendas del pan. Las otras tiendas siguen cerradas, correos abre a intervalos. En resumen, hay bastante tranquilidad en el contexto de Trípoli. Yo sólo puedo hablar de esta ciudad”.

Monseñor Martinelli concluyó informando sobre la situación de los agentes pastorales de la Iglesia: «Algunas religiosas han abandonado la zona de Bengasi, porque se sentían superadas por la   situación. El resto de las religiosas, como todos los sacerdotes, han permanecido en el lugar”.

La misma agencia Fides informaba el 27 de febrero que había recibido un mensaje de la Nunciatura Apostólica en Libia cuyo titular es monseñor Tommaso Caputo, en el que afirma: «Con respecto a la grave situación que se ha producido en los últimos días en Libia, las comunidades religiosas que trabajan en los dos vicariatos apostólicos de Trípoli y Bengasi, siguen estando plenamente al servicio de la población y de los fieles. La mayoría de las dieciséis comunidades femeninas, compuestas por religiosas de varios países, presta su trabajo en el sector sanitario y, en estas horas, ha intensificado su asistencia a la población. Las hermanas han expresado su voluntad de estar al lado de los que sufren».

Informaba así mismo que los dos obispos y los quince sacerdotes «continúan con su servicio y desean continuar la misión que les ha sido confiada».

Incluso en la situación difícil que atraviesa el país –observaba la Nunciatura–, «la actitud de los misioneros presentes en Libia pretende fomentar el coraje y proporcionar toda la asistencia posible a la comunidad católica –que cuenta con unos cien mil fieles- y a toda la población».

Y concluía señalando que, incluso en las circunstancias actuales, «el pueblo libio, como tradicionalmente ha hecho siempre, está expresando su agradecimiento por la presencia y el servicio de las religiosas y sacerdotes. En estos días esta benevolencia se demuestra con gestos concretos de solidaridad».

Según informó Radio Vaticano el 28 de febrero, el nuncio Caputo pidió a la comunidad internacional que fueran «evacuados y acogidos como refugiados» los miles de eritreos que se encontraban en Trípoli.

El nuncio vaticano en Libia, que tiene su sede en Malta, subrayó a la emisora vaticana «la muy grave situación de los miles de eritreos que no tienen ningún lugar de refugio y, en el actual contexto, son los más vulnerables». «Nuestros hermanos eritreos esperan que un Gobierno pueda ocuparse de su evacuación y lo acoja como refugiados», añadió monseñor Caputo.

El vicario apostólico Martinelli también retiteró a Radio Vaticano el angustioso llamamiento ya hecho a través de Fides: «Esto nos duele porque no podemos hacer nada por ellos» y «son verdaderamente los últimos del Evangelio».

Desde el principio de los disturbios en Libia, numerosos países están evacuando a sus connacionales y cien mil personas abandonaron ya el país según indicaba el ACNUR.

Las decenas de miles de trabajadores extranjeros que siguen escapando en avión o en barco huyen de una situación en la que los combates entre opositores al régimen de Muamar el Gadafi y partidarios habrían causado un número impreciso de víctimas, dado el férreo control sobre
las comunicaciones que ejerce la dictadura.

Leer también: http://www.zenit.org/article-38382?l=spanish, http://www.zenit.org/article-38399?l=spanish.

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ZENIT Staff

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