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México: Cinco desafíos pastorales urgentes para una «justa política migratoria»

Carta de los obispos

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(ZENIT – 25 julio 2019).- La Conferencia del Episcopado Mexicano, en una carta dirigida al clero, agentes de pastoral de Movilidad Humana y al pueblo de Dios, manifestó que «la Iglesia está convencida de que es necesaria y urgente una justa política migratoria que, por un lado, garantice un ordenado, responsable y regulado libre tránsito de personas, y que vele por los intereses legítimos de nuestra nación».

Como Dimensión de Movilidad Humana y como Conferencia del Episcopado Mexicano, “hemos externado nuestra preocupación por la falta de acogida verdaderamente humanitaria a nuestros hermanos migrantes, que refleje nuestras convicciones en materia de reconocimiento y protección de los derechos de todos los seres humanos por igual”, esto «es una realidad que no podemos evadir», denunciaron el pasado 23 de julio de 2019.

En la carta pastoral “Dignidad de los Migrantes”, Mons. José Guadalupe Torres Campos, responsable de Movilidad Humana, y Mons. Alfonso Miranda G. Guardiola, secretario general de la Conferencia del Episcopado de México (CEM), recuerdan al clero las exhortaciones del Papa Francisco con respecto a los migrantes y el papel que deben asumir como pastores ante las necesidades desesperadas de su rebaño.

México, «sin una política migratoria efectiva se ha sometido a los criterios e imposiciones del gobierno norteamericano aceptando la incoherencia de unir negocios con el derecho y la necesidad de migrar, buscando la oportunidad de una vida mejor», indican los obispos mexicanos.

Tener actitudes concretas con los migrantes

Teniendo en cuenta las advertencias del Santo Padre, los prelados de México recuerdan al clero que su trabajo pastoral con y para los migrantes debe tomar en cuenta cuatro puntos esenciales: «acoger, proteger, promover e integrar».

Los sacerdotes, como pastores, deben identificar las causas fundamentales de estos fenómenos migratorios para abordar las necesidades a medida que se presentan porque la difícil situación de estas personas no es abstracta. Como dice la carta, «la migración interna y externa tiene como principio el hambre, la pobreza, la violencia, y la falta de oportunidades para reclamar la creación de fuentes de empleo y la reconstrucción del tejido social».

Cinco desafíos

Específicamente, los obispos identificaron cinco áreas de desafíos pastorales que son más urgentes. Como se establece en la carta, los desafíos son:

1. La defensa de la dignidad y los derechos humanos de todos los migrantes

2. Las redadas en la Unión Europea con masivas detenciones de migrantes, su trato inhumano, con el grave peligro de la separación de las familias

3. La amenaza de las deportaciones masivas a México

4. El cambio en la política migratoria del gobierno de México, pasando por una actitud de bienvenida, otra de contención y deportación

5. La insistencia que se ha recibido de parte de diferentes dependencias… solicitando información… para salvaguardar la vida de las personas en tránsito

Iglesia como Madre

Sin embargo, más que nada, acompañar a los migrantes pastoralmente requiere que el ministro se abra a lo que puede ser extraño o desconocido. Los obispos citan las palabras del Pontífice, recordando que es esencial que “no dejarnos llevar por el miedo al encontrarnos con el otro; ni querer protegernos levantando muros en nuestro entorno”. Tales muros, advierten los prelados, simplemente sirven para mantener a la gente alejada y obstaculizan el trabajo de la Iglesia en un momento en que debe ser «consciente de la legitimidad y la necesidad de tomar decisiones valientes».

Al concluir la carta con una plegaria, los obispos afirmaron que «la Iglesia, como madre y protectora, se preocupan y se ocupan de los pobres y necesitados, y los migrantes en este momento, los pobres entre los pobres».

Es con este conocimiento que los obispos ofrecieron esta plegaria, «Pedimos al Espíritu Santo que se ilumina a las autoridades civiles de las naciones para que tomen las decisiones más sabias, dignas, coherentes y auténticamente benéficas… anteponiendo el bien común del hombre».

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Richard Maher

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