MADRID, 21 enero 2003 (ZENIT.org).- Las Misioneras de la Unidad, asociación que promueve la unión de los cristianos, están convencidas de que la oración es el camino más seguro para el ecumenismo y, en esta entrevista concedida a Zenit como institución, reconocen que la sociedad actual necesita más que nunca la unidad visible de todos los cristianos.
–¿Quiénes son las Misioneras de la Unidad?
–Misioneras: Somos una asociación misionera, surgida en Segovia en el año 1962, con un cometido específico: la búsqueda de la unión de los cristianos.
Desde 1967 estamos en Madrid, y nos realizamos en el campo formativo: cursos bíblico-ecuménicos anuales, seminarios temáticos (de ecumenismo, diálogo interreligioso y cultura-fe, sectas y nuevos movimientos religiosos) y conferencias sobre los temas señalados; y en el pastoral del ecumenismo: encuentros ecuménicos a nivel local, nacional e internacional, oración interconfesional mensual, retiros.
Además contamos en nuestro trabajo de difusión del ecumenismo con una revista, Pastoral Ecuménica, cuatrimestral, un Boletín de Noticias Ecuménicas, de envío electrónico quincenal y gratuito y una página web (http://www3.planalfa.es/mu)
–¿Son optimistas ante la situación actual del ecumenismo?
–Misioneras: Somos optimistas desde la perspectiva de la fe: la unidad es cosa de Dios y «tiene que llegar cuando Él quiera, como Él quiera y por los caminos que quiera». Pero estamos un poco pesimistas desde el lado humano: las dificultades, diferencias, desavenencias, la indiferencia hacia el ecumenismo con un subrayado especial en España.
Creemos firmemente –al igual que nuestro fundador, don Julián García Hernando, un sacerdote Operario Diocesano que tuvo la intuición y la lucidez espiritual de esta vocación ecuménica que vivimos en el seno de las Misioneras de la Unidad– que la oración es el medio más eficaz para el logro de la unidad.
Y para alcanzar esta meta estamos convencidas de que el camino más importante es la oración.
–El Papa ha hecho gestos muy elocuentes en ecumenismo. ¿Por qué no son emulados en las comunidades parroquiales, diócesis, movimientos?
–Misioneras: Todos estamos muy satisfechos con esos gestos, bellísimos y comprometidos, de Juan Pablo II. Efectivamente, luego los católicos seguimos y realizamos en poca medida esta enseñanza que nos ofrece el Papa con su vida y su pensamiento.
Tal vez sea porque creamos que con el recio y acertado ecumenismo del Papa ya está realizado todo el ecumenismo católico. No caemos en la cuenta de que su actitud es un reto en ese campo también para las diócesis, los movimientos y las parroquias… Es más cómodo pensar así.
La poca importancia que damos al deseo de Jesús y sus consecuencias, «que todos sean uno para que el mundo crea», y la indiferencia indicada ponen a nuestro ecumenismo en un estado lamentable en nuestra presente realidad eclesial.
Por nuestra parte, queremos interpelar a los cristianos católicos a subirse al carro del ecumenismo, a darle a toda su vida de fe el toque ecuménico capaz de ir haciendo visible cada vez más la Unidad soñada y querida por el Señor.
En este sentido también queremos invitar a las jóvenes y mujeres adultas que nos puedan leer a reflexionar en su entrega al Señor sobre la posible vocación ecuménica de esa entrega. Tendremos nuestras puertas abiertas a la espera de la que elija el camino arduo y feliz del trabajo ecuménico.
–¿Cómo están viviendo la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos?
–Como las de todos los años, en oración y compromiso, actuando y participando activamente en todos los actos interconfesionales, en todos los espacios donde se vive y siente el dolor de la separación y la esperanza de la unión en Cristo.
Así colaboraremos con cuantas actividades se propongan desde el ecumenismo institucional y desarrollaremos cuantos trabajos nos hayamos propuesto, empleando todos los recursos de nuestro Centro Ecuménico de Madrid.
–El ecumenismo, ¿es más fuerte hoy a nivel de base, entre hermanos de distintas confesiones, que a nivel doctrinal?
–Misioneras: Puede ser que destaque más, por su relevancia, el ecumenismo doctrinal. Los teólogos y peritos de la mayoría de las iglesias cristianas se esfuerzan sincera y profundamente en limar las diferencias teológicas.
Cuando los fieles conocen qué es el ecumenismo, lo viven entonces con importantes y concretos compromisos a favor de la unidad. Pero falta mucha formación en este campo.
Las distintas confesiones suelen tener dificultades internas y son remisas. Nadie se aventura a ser el primero en arriesgarse con todas las consecuencias.
Pero la verdad es que la sociedad actual necesita desesperadamente la unión visible de todos los cristianos.
La desunión es el lastre más importante y el obstáculo más insalvable que tiene hoy la misión y evangelización de la Iglesia a nivel global.
Y tenemos que acabar con este pecado, con este mal que se llama separación, división.
Para aportar una pequeña semilla al bosque del ecumenismo nacimos nosotras y esperamos que algún día se recoja el fruto de esta siembra callada y dificultosa del ecumenismo que muchos creyentes cristianos, hombres y mujeres, están plantando con su vocación, con su esfuerzo, con su trabajo, con su compromiso, con su oración al Padre: «Que todos sean uno como tú y yo somos uno, Padre, para que el mundo crea».