Nuevos indicios de la autenticidad de la tumba de San Pablo

Restos de un hombre del siglo I o II y una placa con su nombre

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de julio de 2009 (ZENIT.org) Aunque los exámenes del Carbono 14 realizados recientemente en el sarcófago del apóstol San Pablo “no confirman” que efectivamente se trate de sus restos, “tampoco lo desmienten”.

Lo dijo este viernes el arcipreste de la basílica San Pablo Extramuros en Roma, el cardenal Andrea Cordero Lanza Montezemolo, en una rueda de prensa celebrada en la Santa Sede.

Durante veinte siglos, nadie había abierto el sarcófago, explicó, y la introducción de una pequeña sonda “ha dado resultados no sólo interesantes sino que concuerdan con lo que hemos encontrado”.

Los restos, continuó, “parece que pertenecen a un sepulcro del siglo I o II”.

Según el purpurado, se encontraron otros granos “que indican también un aspecto religioso”.

El arcipreste aclaró que el sarcófago nunca fue abierto pero sí perforado y dijo que posiblemente en un futuro se podrá hacer un análisis más detallado.

“Abrir el sarcófago para ver que hay dentro sería difícil; habría que desmontar el altar papal”, explicó.

El purpurado informó que se encontraron también placas de mármol que seguramente fueron introducidas en la tumba “para protegerlo del [río] Tíber”.

En una de ellas, está escrito con caracteres primitivos “Pablo apóstol y mártir”.

En la conferencia de prensa, estuvo presente también el profesor Ulderico Santamaria, director del Laboratorio de diagnóstico para la conservación y restauración de los Museos Vaticanos, que participó en esta investigación científica:

“El uso de una sonda ha reducido al mínimo la invasión en el sarcófago y los riesgos de deterioro en el interior, evitando el ingreso de oxígeno en la tumba”, dijo.

También aseguró que los fragmentos microscópicos no hacen posible el examen del ADN “porque éste necesita más materiales”.

El Papa Benedicto XVI ya había anunciado, en la homilía de clausura del Año Paulino, las investigaciones recientemente realizadas en la Basílica donde según la tradición yace la tumba del Apóstol.

“Se realizó una pequeñísima perforación para introducir una sonda especial, mediante la cual se descubrieron rastros de un valioso tejido de lino teñido de púrpura, laminado con oro coronario, y de un tejido de color azul con fibras de lino”, explicó el domingo el Santo Padre.

Estos vestidos sólo se hallaban en las tumbas importantes de los primeros siglos.

El Papa aseguró que, durante esta investigación, los científicos constataron la presencia de granos de incienso rojo y de sustancias protéicas y calcáreas.

También examinaron, por medio de la prueba del Carbono 14, pequeñísimos fragmentos óseos cuya procedencia se desconocía.

Según los resultados, estos huesos pertenecen a los de una persona que vivió entre los siglos I y II.

“Eso parece confirmar la tradición unánime y concorde, según la cual se trata de los restos mortales del apóstol san Pablo”, aseguró Benedicto XVI.

Según la tradición, San Pablo fue decapitado donde hoy se encuentra la Abadía de las Tres Fuentes, “Abazia delle tre fontane”, en la vía Laurentina en Roma.

Su cuerpo fue escondido durante varios siglos en una sarcófago familiar.

Solamente después del año 313, cuando Constantino permitió la libertad de religión en el Imperio Romano, empezó el culto público, y la tumba de San Pablo podía visitarse.

Entonces empezó a construirse una Iglesia constantiniana, que luego pasó a ser una basílica más grande y después un gran cementerio pagano que estaba situado en la Puerta Ostiense.

Posteriormente se transformó en cementerio cristiano y allí es donde se encuentra hoy la Basílica San Pablo Extramuros.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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