Obispos condenan el asesinato de una joven pakistaní en Italia por un «delito de honor»

ROMA/LAHORE, viernes, 18 agosto 2006 (ZENIT.org).- No aceptar un matrimonio arreglado y el deseo de integrarse en la sociedad italiana ha costado la vida a una joven pakistaní, asesinada el 11 de agosto en Brescia, al norte del país europeo.

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«No se puede justificar un asesinato así con la excusa del honor de la familia», alertó el jueves a la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras («AsiaNews») el arzobispo de Lahore y presidente del episcopado católico pakistaní, monseñor Lawrence John Saldanha.

Del «dramático caso de la joven pakistaní» se ha hecho eco también «Radio Vaticana», que informa de la actual detención de los presuntos responsables de la muerte de Hina Saalem: su padre, su tío y un cuñado.

La agencia del PIME apunta la complicidad de la familia. En Pakistán el «delito de honor» está muy difundido y por su causa se registran al año en su territorio más de un millar de asesinatos.

Hina, de 20 años, trabajaba en un bar y convivía con un joven italiano, dos hechos «que según la mentalidad de la familia clamaban escándalo», explica «AsiaNews». La joven no aceptaba el futuro marido que le imponía su padre.

Fue hallada degollada y sepultada en el jardín de la casa de la familia en Ponte Zanano de Sarezzo (Brescia), recoge la prensa italiana.

«En Pakistán existe una antigua e injusta práctica feudal que no permite a la mujer tener derecho de elección», un modelo por el que frecuentemente se achacan «delitos de honor», expresó a la agencia del PIME monseñor Saldanha.

Subrayando que la libertad de casarse según la propia voluntad es un derecho fundamental, el prelado considera que hechos como el reciente crimen «arroja una luz negativa sobre Pakistán».

«La gente que va al extranjero debería aceptar vivir en una cultura internacional, con valores internacionalmente aceptados, basados en derechos humanos universales. Y si no logran integrarse en estas normas, conviene que regresen a Pakistán», opina monseñor Saldaña.

Por su parte el secretario de la Comisión Episcopal Justicia y Paz, Peter Jacob, advierte de que en Pakistán los «delitos de honor» son muy comunes y de que el gobierno no hace lo suficiente por contrarrestarlos.

«Si este asesinato hubiera ocurrido aquí el abuelo o la madre de la joven muerta habrían acudido a la policía a denunciar el homicidio, convirtiéndose al mismo tiempo en acusadores y custodios de los acusados -explica a «AsiaNews»-. El asesino habría sido arrestado y enviado a prisión, pero pasado algún tiempo aquellos le habrían perdonado. De esta manera, después de algunos meses, el asesino estaría nuevamente libre».

«No hay duda de que es necesario, para el que entra en un país, acoger el marco institucional que regula la vida de tal país. Este episodio lamentablemente no es el primero y este caso nos obliga a reflexionar sobre la complejidad de los diferentes planos en los que este problema debe tratarse», comentó en «Radio Vaticana» monseñor Vincenzo Paglia, obispo de Terni-Narni-Amelia y presidente de la Comisión para el ecumenismo y el diálogo interreligioso de la Conferencia Episcopal Italiana.

Reflexionó igualmente sobre «la relación entre inmigración y ciudadanos residentes», constatando que, «si por un lado es necesario aclarar el marco jurídico, por otro es necesario tener la gran inteligencia de trabajar por una positiva integración», la cual «requiere esfuerzo» y «compromiso».

Subrayó además que ante este suceso «la condena debe ser clara y firme, porque nos hallamos en el terreno del V Mandamiento, no matarás. Por lo tanto no existe razón alguna en el mundo que pueda impedir o atenuar la condena de un homicidio».

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ZENIT Staff

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