(zenit – 22 abril 2020).- El coronavirus también ha llegado a Europa del Este. Para Ucrania, la propagación de esta enfermedad podría tener consecuencias devastadoras. Ya antes de la llegada del coronavirus, la guerra civil en curso, combinada con una crisis de pensiones, había expuesto a los débiles y ancianos en particular al riesgo de enfermedad y pobreza. En consecuencia, la fundación de caridad pastoral católica internacional y pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN Internacional) acaba de aprobar la ayuda de emergencia para sacerdotes y religiosos con el fin de permitirles continuar llevando a cabo su ministerio pastoral y social entre las personas más necesitadas. A continuación, cuatro hermanas religiosas que actualmente trabajan en primera línea, llevando el amor de Dios a los que sufren y a los ancianos, hablan sobre su trabajo durante el momento del coronavirus en Ucrania. Testimonio de las hermanas Daniela Pukhalska es una hermana enfermera en Odessa en el Mar Negro. Ella trabaja en la sección de enfermedades infecciosas y, en consecuencia, tiene experiencia de primera mano sobre el sufrimiento. “En este momento, muchos pacientes nos llegan con sospecha de COVID-19”, declara a ACN. “Hace unos días nos dijeron que de ahora en adelante solo debemos aceptar pacientes que ya hayan dado positivo. Hay tanto trabajo por hacer que, al final del día, me siento absolutamente agotada”, indica. “Incluso algunos de los médicos han entrado en pánico y una pareja realmente se ha ido”, añade. No obstante, ella permanece relativamente relajada: “Como nuestro jefe siempre nos dice, sabíamos en qué tipo de departamento estábamos trabajando y qué podríamos esperar”. No hay miedo a la infección La religiosa no tiene miedo a la infección, como hermana del Inmaculado Corazón de María está segura de que esta confianza se debe a la gracia de Dios y al hecho de que muchas personas están orando por ella y por los enfermos. En esta línea, afirma: “Sé que muchas personas están orando por nosotros, por los médicos y todo el personal y estamos muy agradecidos por esto. Continuad orando por nosotros para que no perdamos nuestra fuerza”. Cuidado de ancianos La pandemia afecta directamente a las hermanas religiosas que cuidan a los débiles y ancianos. Por ejemplo, la Hna. Justiniana, que trabaja en el hogar de ancianos de María, Madre de la Misericordia, en Lviv, al oeste de Ucrania. En este centro las Hermanas de San José están cuidando a 25 personas encamadas que requieren atención y supervisión médica las 24 horas. Como resultado de la pandemia del coronavirus, han endurecido sus medidas de seguridad y ahora está prohibido visitar pacientes, indica la hermana Justiniana a ACN. Medidas de protección El personal tiene que usar máscaras y ropa protectora y todo tiene que limpiarse en profundidad con desinfectante: “Tememos que pronto nos quedemos sin el equipo y los medicamentos necesarios porque es difícil obtener nuevos suministros. Pero, a pesar de todo, estamos tratando de no entrar en pánico, sino de calmar y proteger a nuestros pacientes”, agrega. La religiosa también encuentra nueva fuerza y valentía en su fe para la batalla diaria. ”A principios de abril conmemoramos el 15 aniversario de la muerte de san Juan Pablo II” y recordaron sus palabras: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo! ‘Si abrimos nuestros corazones a Cristo y le damos la bienvenida, entonces estamos bajo su protección especial. Y así le confiamos nuestros hogares y todo el mundo a él’”. Importancia del testimonio Jana Lypivska de las Hermanas Misioneras Benedictinas ha estado trabajando durante los últimos dos años en la parroquia de San Aloysius, en Zhmerynka, en el centro del país. Hasta hace poco, su tarea principal era dar instrucción catequética a niños y adultos y prepararlos para los sacramentos. Además, la consagrada siempre había cuidado a las personas mayores y necesitadas en la parroquia. Ahora, sin embargo, explica que este se ha convertido en su deber más importante. “En este momento difícil de encierro sobre todo, estas personas necesitan nuestra ayuda y el testimonio de nuestras vidas. Muchos de ellos nos piden nuestras oraciones. Abrimos nuestras capillas para que una persona a la vez pueda rezar allí y hacemos mandados o simplemente tratamos de estar allí para estas personas durante estos tiempos difíciles”, cuenta la hermana. Ya antes de la pandemia, la situación económica en Ucrania era grave, debido a la guerra que se ha prolongado en el país desde 2014. Pocas personas tienen algún ahorro y la pérdida de empleo como resultado del virus ha empujado a muchos al borde de la supervivencia. Esto es algo que también sienten las hermanas en Ivano-Frankivsk, al oeste de Ucrania. Personas sin hogar La hermana Elena Gnadziuk pertenece a la congregación de las Hermanas Myronositsi. Su convento es visitado diariamente por una docena de personas que viven en la pobreza. Las hermanas comparten su comida y otras necesidades con ellas. Cada día hay más y más: ”Cada vez que escucho el timbre y abro la puerta de nuestro convento, veo personas necesitadas. Están incluidas las personas sin hogar y aquellos que han perdido sus trabajos y ahora están en dificultades financieras. Ayer vino una mujer a pedirnos comida para sus tres hijos. Después de ella había un hombre pidiendo comida para su madre ... Entre los necesitados hay muchas personas que viven solas”, explica la Hna. Elena. ACN ha apoyado a todas estas comunidades durante años, ayudando a las hermanas cumplir mejor su carisma específico de atención y servicio a los más pobres de los pobres. Su respaldo les ayuda a formar nuevas vocaciones, a atender a sus propias hermanas enfermas y ancianas y a brindar soporte a aquellos que sirven a los demás de forma totalmente gratuita. Las hermanas insisten constantemente en  cuán importante y preciosa es esta aportación para ellas. Traducido por Richard Maher