CIUDAD DEL VATICANO, viernes 30 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Ayer la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó por amplia mayoría la Resolución por la que Palestina se convierte en estado observador de la entidad supranacional. Ante esta decisión, la Santa Sede emitió ayer una declaración fijando su posición en el trascendental asunto.

“La Santa Sede –dice la declaración- ha seguido directamente y con participación los pasos que han conducido a esta importante decisión, esforzándose por permanecer más allá de las partes y actuar con la propia naturaleza religiosa y la misión universal que la caracteriza, así como en consideración a su atención específica a la dimensión ética de los problemas internacionales”.

En segundo lugar, hace constar la declaración, la Santa Sede considera que la votación que tuvo lugar ayer “debe enmarcarse en los intentos de dar una solución definitiva, con el apoyo de la comunidad internacional, a la cuestión ya afrontada con la Resolución 181 del 29 de noviembre de 1947, de la Asamblea General de Naciones Unidas. Tal documento puso la base jurídica para la existencia de dos Estados, uno de los cuales no fue constituído en los sesenta y cinco años siguientes, mientras que el otro ya vió la luz”.

En tercer lugar, recuerda la declaración vaticana, “el 15 de mayo de 2009, partiendo del aeropuerto internacional de Tel Aviv, al término de su peregrinación a Tierra Santa, el sumo pontífice Benedicto XVI se expresó como sigue:“¡No más derramamiento de sangre! ¡No más desencuentros! ¡No más terrorismo! ¡No más guerra! Rompamos en cambio el círculo vicioso de la violencia. Que se pueda instaurar una paz duradera basada en la justicia, donde haya verdadera reconciliación y resanamiento. Que se reconozca universalmente que el Estado de Israel tiene el derecho de existir y gozar de paz y seguridad dentro de fronteras internacionalmente reconocidas. Que sea igualmente reconocido que el Pueblo palestino tiene derecho a una patria independiente soberana, a vivir con dignidad y a viajar libremente. Que la “two-state solution” (la solución de los dos Estados) sea una realidad y no siga siendo un sueño”.

Sobre la traza de tal llamamiento, el secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, monseñor Dominique Mamberti, interviniendo ante la Asamblea General de 2011, auspició que los órganos competentes de Naciones Unidas adoptaran una decisión “que ayuda a dar concreta puesta en acto de dicho objetivo”, informa la declaración de la Santa Sede en cuarto lugar.

En quinto lugar, afirma que “la votación actual manifiesta el sentir de la mayoría de la comunidad internacional y reconoce una presencia más significativa a los palestinos en el seno de Naciones Unidas. Al mismo tiempo, es convicción de la Santa Sede que tal resultado no es, de por sí, una solución suficiente a los problemas existentes en la región: a ellos se podrá responder adecuadamente solo empeñándose efectivamente en construir la paz y la estabilidad en la justicia y en el respeto a las legítimas aspiraciones tanto de los israelíes como de los palestinos”.

Por tanto, la Santa Sede, informa en sexto lugar que “invitó varias veces a los responsables de los dos pueblos a reanudar las negociaciones en buena fe y a evitar realizar acciones o poner condiciones que contradijeran las declaraciones de buena voluntad y la sincera búsqueda de soluciones que lleguen a ser cimiento seguro de una paz duradera”. Además, la Santa Sede ha dirigido un urgente llamamiento a la comunidad internacional para que acreciente “el proprio empeño en incentivar la propia creatividad, para adoptar adecuadas iniciativas que ayuden a alcanzar una paz duradera, en el respeto de los derechos de los israelíes y de los palestinos”. Y exclama: “¡La paz necesita decisiones valientes!”.

Considerado el resultado de la votación de ayer en la Asamblea General de Naciones Unidas, y para animar a la comunidad internacional, y en especial a las partes más directamente interesadas, “a una acción incisiva con vistas a los susodichos objetivos”, la Santa Sede acoje “con favor la decisión de la Asamblea General, con la cual Palestina se ha convertido en Estado Observador no miembro de Naciones Unidas”.

La ocasión, concluye la declaración, “es propicia para recordar también la posición común que la Santa Sede y la OLP expresaron en su Basic Agreement de 15 de febrero de 2000, encaminada a apoyar el reconocimiento de un estatuto especial e internacionalmente garantizado para la ciudad de Jerusalén, con el fin de preservar la libertad de religión y de conciencia, la identidad y el carácter de Jerusalén como Ciudad Santa, y el respeto a los Santos Lugares situados en ella”.