SEVILLA, domingo 15 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El próximo día 22 de mayo se celebran en Andalucía, como en todo el territorio nacional, elecciones municipales para elegir a los responsables de la gestión municipal en los próximos cuatro años.

Con este motivo, los obispos de las diócesis andaluzas han hecho pública una nota, este jueves 12 de mayo, con el fin de "orientar las conciencias de los católicos y de todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad que quieran escucharnos".

Los obispos de Andalucía --según informa su servicio de noticias Odisur--, ofrecen una serie de consideraciones que "ayuden al desarrollo de la vida democrática y al progreso humano, social y
cultural de nuestra sociedad".

En primer lugar, recuerdan, citando al papa Juan Pablo II, en la encíclica Centesimus annus, que "el voto democrático otorga la posibilidad de manifestar la voz y los deseos de los ciudadanos, al mismo tiempo que concede la posibilidad de controlar a los propios gobernantes y de sustituirlos de modo pacífico, donde se crea oportuno".

Por tanto, subrayan, "votar en las elecciones no es sólo un derecho civil constitucionalmente reconocido, sino también una obligación moral para con el bien común de la sociedad mediante el buen gobierno, que exige un discernimiento de las propuestas para optar por aquellas que en conciencia se conforman mejor con la verdad y el bien del ser humano".

En segundo lugar, los prelados recuerdan la razón de ser de los gobiernos municipales: "Los ayuntamientos tienen la función de la gestión de las poblaciones que rigen y han de prestar, por ello, un servicio cercano y eficaz a los ciudadanos, buscando el bien común, sin olvidar que la corporación municipal ha de actuar en representación de todos los ciudadanos, a fin de promover el bienestar y la integración de todos, sin exclusiones injustas, para el logro de la paz social".

Afirman con el Concilio Vaticano II que la Iglesia "estima digna de alabanza y de consideración la labor de aquellos que se proponen ervir a los ciudadanos mediante la gestión de los asuntos públicos, asumiendo el peso de su responsabilidad".

Por esto mismo, consideran que, a la hora de emitir el voto, "es necesario tener presente la vocación de servicio, la honradez de conducta y la austeridad de los candidatos, que les capaciten lo mejor posible para hacer un uso equitativo y solidario de los recursos públicos en beneficio de todos".

La doctrina social de la Iglesia enseña, recuerdan los obispos andaluces, que todo hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y goza, por ello, de una dignidad única e insustituible en su condición personal y social.

Por eso, "al elegir a los representantes de los ciudadanos de entre los candidatos que se presentan, hay que tener en cuenta que el modelo político de sociedad que proponen garantice la dignidad y los derechos fundamentales de todas las personas", señalan.

A la hora de depositar el voto, es necesario tener en cuenta la posición de estos representantes "ante los derechos de las personas, el respeto a la vida en su desarrollo e integridad, el ejercicio personal y social de la libertad religiosa, la justicia y la transparencia de la gestión pública, la lucha contra la corrupción, la ayuda y promoción social de los más pobres, especialmente de los marginados y de cuantos carecen de trabajo; así como la preocupación por la conservación y salvaguarda de la creación".

Por todo ello, "al acudir a votar a sus representantes, los ciudadanos han de hacerlo como quienes ejercen un derecho y cumplen con un deber social de carácter moral, que ha de contribuir a la promoción de una vida digna para todos", concluyen los pastores andaluces.  

Nuncio apostólico en Egipto: ahora toca a la gente

ROMA, viernes 11 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Después de 18 días de protestas y espera, el vicepresidente egipcio Omar Suleiman anunció hoy viernes en televisión que el presidente Hosni Mubarak, en el poder desde hace 30 años, ha renunciado a su mandato presidencial y ha encargado a las fuerzas armadas que gestionen los asuntos del Estado.

Mubarak ha dejado El Cairo para trasladarse, junto a su familia, a su residencia de Sharm-el-Sheikh. Los jefes militares, mientras tanto, han hecho saber que garantizarán la actuación de las reformas políticas y el “traspaso pacífico de los poderes” anunciadas el jueves por la noche en un discurso televisado de Mubarak, pero al mismo tiempo han aclarado que mientras la situación del país siga siendo caótica no se revocará el estado de emergencia y no se celebrarán elecciones libres e independientes.

En declaraciones a ZENIT, el arzobispo Michael Louis Fitzgerald, nuncio apostólico en Egipto, afirmó que “la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia es clara. Toda comunidad humana necesita una autoridad que la gobierne, pero la autoridad no toma su legitimidad moral de sí misma. Debe actuar para el bien común, usando medios moralmente lícitos para alcanzar este objetivo, y no actuando de modo despótico”.

“Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, ‘El bien común comporta tres elementos esenciales: el respeto y la promoción de los derechos fundamentales de la persona; la prosperidad o el desarrollo de los bienes espirituales y temporales de la sociedad; la paz y la seguridad del grupo y de sus miembros’” (n. 1925).

“Toca a los católicos egipcios – añadió monseñor Fitzgerald –, como ciudadanos de su país, asumir su propia responsabilidad en promover una sociedad en la que se de más atención a la justicia y a la igualdad. Lo están haciendo, sobre todo a través de la reflexión de la Comisión Justicia y Paz”.

Además, subrayó el nuncio apostólico, “los acontecimientos de las últimas semanas han favorecido un sentimiento de solidaridad entre cristianos y musulmanes. Sería necesario por tanto partir de aquí para intensificar el diálogo y la cooperación en la sociedad, como ha alentado a hacer el reciente Sínodo para Oriente Medio”.

[Con la contribución de Tony Assaf]