A estas y otras preguntas da algunas respuestas Oliver Rey, doctor en matemática del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), en el libro “Itinerari dello smarrimento. E se la scienza fosse una grande impresa metafisica?” (Itinerarios en el perderse. Y si la ciencia fuera una gran empresa metafísica?” (Ediciones Ares), presentado este domingo en el Meeting de Rimini. 

 Flora Crescini, profesora de literatura e historia, al presentarlo se interrogó: “¿Por qué le hombre de hoy considera más importante que la tierra gire entorno al sol y no el significado de la existencia?

Para profundizar el tema, ZENIT entrevistó al profesor Oliver Rey, que actualmente el enseña en el departamento de filosofía de la universidad Panteon, en la Sorbonne.

“Mi libro no es contra la ciencia -dijo- más bien critica el lugar que la ciencia ha ocupado en la sociedad moderna. Pascal distinguía tres ordenes de conocimiento: el orden del cuerpo; el del espíritu; y el de la caridad.

La desorientación que indico es porque cuando la ciencia es considerada como fuente principal y única de la verdad, llega a aniquilar la distinción de los órdenes y en particular pasa a marginalizar el orden de la caridad”.

“La verdad -añadió Rey- es un conocimiento exacto que confirma lo que se ama. El problema que tiene la ciencia moderna, como principio, pone sus objetos fuera del bien y del mal y corta la relación afectiva que nos pone en contacto con la realidad.

O sea, se puede disponer de conocimientos exactos pero estos no son suficientes para conocer la entera verdad. Esto no quiere decir que la ciencia no tenga valor, puesto que los conocimientos exactos son extremamente útiles”.

“El problema se pone cuando la ciencia es entendida como el manantial de la verdad” aseguró el científico. Y añadió: “Es de hecho evidente que cuando Cristo dice: 'Yo soy la verdad' se ve bien que la verdad tiene un sentido que tiene poco que ver con la ciencia como se la entiende hoy. El problema no es la ciencia e si misma, pero el rol que se le hace jugar a la ciencia.

A la pregunta sobre cuál relacione exista entre ciencia y Dios, el profesor explicó que durante miles de años los humanos han comenzado a investigar la realidad indagando sobre el Creador. Las primeras universidades en Europa se interesaron al conocimiento de la naturaleza porque era creación divina. El mismo Darwin antes de hacer las observaciones sobre la naturaleza había estudiado teología para volverse pastor. Además en la época moderna ha prevalecido la tendencia a oponer la ciencia a la religión, y esto hizo nacer muchos problemas de desorientación.

“La ciencia es un modo de amar a Dios -aseguró Rey- y por este motivo la desorientación de la que hablo en el libro es preceisamente el hecho que en cambio la ciencia se ha vuelto un modo para detestar a Dios”. Sobre la oposición entre ciencia y fe que algunos promueven, el profesor francés afirmó: “Personalmente no he entendido las razones sobre la oposición entre fe y razón. Me parece evidente que es la fe que le da fundamento a la razón”.