CIUDAD DEL VATICANO, 1 abril 2003 (ZENIT.org).- Según Juan Pablo II, la consecución de la paz a cualquier nivel está ligada a la conversión del corazón y un cambio de vida auténtico.

Así lo expresó en su mensaje –difundido este martes— con ocasión de la primera «Marcha de la penitencia», una iniciativa de la Orden de los Mínimos dirigida especialmente a los jóvenes.

La Marcha, que se celebrará el miércoles 2 de abril en la ciudad italiana de Paula, se repetirá cada año con ocasión del aniversario de la muerte de San Francisco de Paula, fundador de la Orden.

El Santo Padre calificó esta manifestación como «oportuna», dado el momento actual de «no pocas preocupaciones y sufrimientos, también a causa de la guerra».

En efecto, constituye una ocasión «para invitar a reflexionar y a implorar para la humanidad el fundamental don de la paz».

Como constató el Papa, en cierto sentido la Marcha de la penitencia da continuidad a la «Jornada de oración y ayuno» que abrió la Cuaresma este año.

«Estos fuertes momentos espirituales ayudan a ser cada vez más consciente de la urgente necesidad de construir la paz incluso a costa de sacrificios personales», subrayó en su mensaje al superior general de la Orden de los Mínimos, Giuseppe Fiorini Morosini.

«Es necesario –recalcó el Papa— estar dispuestos a renunciar a cualquier cosa legítima con vistas a un bien superior. Sobre todo hay que ser conscientes de que todo se puede obtener de Dios con la oración».

La «Marcha de la penitencia» se puede transformar en una «escuela de vida, porque permite remitirse a los luminosos ejemplos del santo de Paula, quien no dudó en poner la propia elección de penitencia evangélica al servicio de la Iglesia y de la sociedad», añadió Juan Pablo II.

Por ello, animó a los jóvenes participantes en la Marcha y a la Orden de los Mínimos «a acoger dócilmente, en la escuela del santo de Paula, la “dulce pedagogía” de la penitencia evangélica, para aprender el verdadero secreto de la paz».

«Como el propio santo enseña, la conquista de la paz a todos los niveles está unida a la conversión del corazón y a un auténtico cambio de vida», subrayó.

El Papa finalmente expresó su deseo de que la «Marcha de la penitencia» contribuya a que madure en los jóvenes un sincero propósito de paz, alimentado con un itinerario de abnegación personal en espíritu de penitencia.