CASTEL GANDOLFO, 23 julio (ZENIT.org).- Las vacaciones son más necesarias que nunca para la armonía de la persona humana, en una sociedad de competición. Lo afirmó Juan Pablo II en el mediodía de este domingo al encontrarse con los peregrinos y habitantes de Castel Gandolfo, localidad a la que llegó ayer para continuar sus actividades ordinarias en este período de verano. Ofrecemos a continuación la traducción de las palabras que pronunció el Papa.
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1. Regresé ayer por la tarde del Valle de Aosta, donde he podido pasar unos días de descanso y mantengo todavía en mi mirada la belleza de las montañas, de los valles, de los bosques, de los glaciares. Deseo agradecer de nuevo al Señor este don; agradezco también a aquellos que, con su disponibilidad, me han hecho posible esta pausa verdaderamente saludable. Aquí me tenéis ahora, de nuevo entre vosotros, hermanos y hermanas de Castel Gandolfo, a quienes vuelvo a ver, como siempre, con mucho gusto.
Esta cita dominical me ofrece la oportunidad de dirigiros un emotivo y cálido saludo a cada uno de vosotros, al obispo, monseñor Agostino Vallini, y a su auxiliar, monseñor Paolo Gillet, al párroco, al alcalde, a los que se encuentran de vacaciones y a los peregrinos. Gracias a todos por la atención y cariño con que siempre me acogéis aquí.
Este año, con motivo de los compromisos del Jubileo, mi estancia tendrá que ser más breve que de costumbre, por eso apreciaré aún más estas semanas que el Señor me permite pasar entre vosotros.
2. En el Evangelio de la liturgia de hoy, Jesús dice a los apóstoles que han regresado de una misión: «Venid a un lugar apartado y solitario y descansad un poco» (Marcos 6, 31). Jesús y los discípulos, cansados por la incesante actividad en medio de la gente, sentían de vez en cuando la necesidad de un momento de calma. El Evangelista dice que las multitudes impidieron aquel deseado «retiro» (cf. Marcos 6, 33-34). De todos modos, queda claro el valor del descanso y la exigencia de utilizar el tiempo libre para experimentar un sano sosiego físico y sobre todo espiritual.
En la sociedad actual, con frecuencia frenética y competitiva, en la que predomina la lógica de la producción y del lucro a veces en detrimento de la persona, es todavía más necesario que cada uno pueda disfrutar de adecuados períodos de descanso, en los que pueda recuperar energías y al mismo tiempo volver a encontrar un justo equilibrio interior. Las vacaciones tienen que ser utilizadas de manera sabia para que sean de provecho para el individuo y la familia, gracias al contacto con la naturaleza, a la tranquilidad, a la oportunidad de cultivar más la armonía familiar, las buenas lecturas y sanas actividades recreativas; gracias sobre todo a la posibilidad de dedicarse más aún a la oración, a la contemplación y a la escucha de Dios.
3. Deseo a todos los que se encuentran de vacaciones un provechoso descanso, confiando a María, Madre cariñosa, especialmente a quienes se encuentran más cansados. Confío también a la Virgen a quien, por diferentes motivos, no tiene la posibilidad de dejar sus habituales ocupaciones ordinarias. Aseguro a todos mi recuerdo en la oración.