Los dos pertenecen a una secta, la «Vida Universal» y, según ellos, los «pasajes sangrientos» de la Biblia están en contradicción con los derechos del hombre. Además, desde su punto de vista, los escritos bíblicos promueven perversiones, como el genocidio, el racismo, el antisemitismo, el infanticidio, y la cruel ejecución de personas adúlteras y homosexuales.
Según han explicado expertos legales en Alemania, en el fondo, lo que busca la «Vida Universal» es abrir el mayor número posible de procedimientos judiciales con el objetivo de hacer que se hable de ella, y obtener así fondos por los derechos de reproducción de sus declaraciones.