Una o dos veces al año, el Comité sobre la Eliminación de la Discriminación Racial, compuesto por 18 miembros de la ONU, se reúne para analizar la aplicación de la Convención sobre la eliminación de toda forma de discriminación racial, firmada hace 35 años. El Informe, de 67 páginas, ha sido presentado en esta ocasión por una delegación de cinco miembros, guiada por el arzobispo Giuseppe Bertello, observador de la Santa Sede ante las Naciones Unidas de Ginebra y nuncio apostólico en Suiza.

Por su misma naturaleza y por el espíritu de su Magisterio --se puede leer en el Informe-- la Iglesia rechaza y condena la discriminación racial. De hecho, está comprometida con la promoción de la integración multirracial.

El Informe cita numerosos mensajes de Juan Pablo II, en los que el Papa pide con fuerza rechazar toda forma de racismo o xenofobia. En el mensaje con motivo de la Jornada Mundial de los Emigrantes, en 1993, el pontífice había declarado que el Estado tiene el deber de proteger a los emigrantes y sus familias contra todo intento de marginación o de racismo.

La Santa Sede fue uno de los primeros Estados que aprobaron la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, en 1969, ratificada en estos momentos por 156 países.

El Informe subraya también la importancia de la decisión de la Iglesia de abrir las escuelas a todos: de echo, esta política de apertura enseña a los alumnos de toda religión y origen a formarse en la convivencia, en una atmósfera de respeto y amor recíprocos.

«Nos vemos en Toronto»

ROMA, 22 agosto (ZENIT.org-AVVENIRE).- Para una tierra joven, de inmigrantes jóvenes, es normal tener por arzobispo llegado como joven inmigrante. Aloysius Matthew Ambrozic llegó a Toronto en 1948, procedente de Eslovenia. Nació en 1930 en Gabrje, cerca de Lubiana. Era sacerdote en 1955, nombrado arzobispo de Toronto en 1990 y creado cardenal en 1998. Su arquidiócesis será anfitriona del 22 al 26 de julio del 2002 de la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).