CIUDAD DEL VATICANO, 17 agosto (ZENIT.org).- Los cincuenta mil peregrinos españoles son, junto a los franceses, la delegación más numerosa venida de fuera de Italia con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud (15 al 20 de agosto).
En estos días, hasta el próximo sábado, están siguiendo el itinerario previsto para estas Jornadas. Varios grupos han participado en la misa internacional del Circo Máximo, presidida por el arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García Gasco. En este viejo estadio romano también han recibido el sacramento de la confesión en los más de trescientos confesionarios instalados allí desde el amanecer hasta media noche.
Después han comenzado el peregrinaje a la tumba de San Pedro. Un malagueño, Pedro J. Moreno, llevaba una de las banderas de España que entraba en la Vía de la Conciliación para atravesar la Puerta Santa. «La diferencia entre un vagabundo y un peregrino es que éste siempre busca una meta. Y nuestra meta es clara: ganar el Jubileo personal junto al Papa, figura de Cristo en la Tierra», decía. Sus amigos bromeaban con un «también hemos venido a Roma a pasar calor».
Otros grupos, como el que se aloja en el Commercity, a las afueras de Roma, han vivido la jornada de catequesis acompañados por sus obispos. Monseñor Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal, presidió antes de ayer la eucaristía para más de 3.000 españoles. Previamente les había recordado las palabras que les dijo el Papa, incidiendo en la dimensión personal del encuentro con Cristo y diciéndoles que Cristo es siempre la meta y la llave de la auténtica felicidad. Los jóvenes, en un ambiente distendido, le hicieron preguntas sobre las palabras del Papa.
Monseñor Rodríguez Plaza, que guía once grupos de Castilla y León, remarcaba el carácter espiritual del viaje de los jóvenes: «A quienes venían a un viaje turístico se les dijo claramente que era mejor que se quedaran. Es lícito venir así, pero no era el momento. Y algunos grupos se han quedado con cuatro chicos, pero verdaderos peregrinos».
Un joven madrileño, Eugenio, añadía a esas palabras: «Venimos como cristianos a Roma, para vivir una experiencia espiritual y humana extraordinaria. Estoy profundamente impresionado por esta auténtica fiesta mundial, en la que se ve la riqueza de la diversidad, la universalidad de la Iglesia».
Antes de ayer, a las seis de la tarde otro grupo se dio cita en la catacumba de Santa Inés, en una vigilia presidida por monseñor Franco, presidente de la pastoral de Juventud de la Conferencia Episcopal. Durante la tarde de ayer y de hoy participaron también en los «Incontragiovani» («Encuentra-jóvenes), manifestaciones culturales, musicales y religiosas, con actuaciones de Migueli, Carlos Núñez, Sonia Terol, y distintos grupos y cantautores de todo el mundo.