Así lo subraya Gonzalo Miranda, secretario del Centro de Bioética de la Universidad Católica de Roma y profesor del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» en declaraciones concedidas a Zenit.
Miranda explica que la oposición de la Iglesia a la clonación humana es «muy clara». Ahora bien, en algunos sectores de la opinión pública «existe la convicción de que la clonación «terapéutica» no es una auténtica clonación». De este modo, se piensa que «clonar tejidos» no es «clonar embriones» y, por tanto, no sería una «auténtica clonación humana». Se trata de un error, aclara el profesor: «No se pueden clonar tejidos sin clonar el embrión; es decir, sin la destrucción de embriones». Y no se puede sacrificar a un hombre para hacer experimentos.
El hombre como medicina
«Aunque no hubiera otra alternativa, no podría ser aceptable la clonación», explica el padre Gonzalo Miranda, pues significa «utilizar», «sacrificar», «eliminar» a otro ser humano por mí o por una tercera persona. Pone el caso de los transplantes de órganos. La conciencia, en efecto, se rebela cuando escuchamos hablar de tráfico de órganos para transplantes; es decir, de utilizar y sacrificar a una persona con motivos médicos.
La utilización de embriones humanos para experimentar con las células madre, como proponen Estados Unidos y Gran Bretaña, constituye además una violación del principio de la igualdad de los seres humanos. La propuesta divide en dos a la raza humana: los embriones de «primera clase» que podrán ser gestados y crecer, y los embriones de «segunda clase» o inferiores que estarán destinados a la experimentación o al uso médico. De este modo, los derechos humanos, según la propuesta, no son iguales para todos. En pocas palabras, «se está hiriendo profundamente la coexistencia pacífica».
Alternativas a la clonación
Ahora bien, Gonzalo Mirando explica que la Iglesia no está contra el progreso científico. Por el contrario, el documento de la Academia para la Vida recuerda que en estos momentos la ciencia abre esperanzas, pues existen alternativas a la clonación. Estudios científicos han demostrado que a partir de la médula ósea de una persona se pueden obtener células hemáticas, células nerviosas y musculares. Estos descubrimientos abren el camino a terapias que algunos científicos querían alcanzar con la clonación. La Iglesia, por tanto, no está contra el progreso, sino que aboga por un progreso humano, ético. «No se pueden curar enfermedades sacrificando al hombre», concluye el catedrático.