Constatando que celebración y salvación, tema de la Semana, «constituyen dos momentos del único misterio de Cristo, en el que el amor del Padre continúa revelándose a los hombres», el brazo derecho del Papa en la guía de la Santa Sede afirma la necesidad y la urgente conveniencia de «emprender de nuevo una educación intensiva para hacer descubrir las riquezas que contiene la Liturgia»: el decaimiento en el interés por la educación litúrgica, de hecho, persiste y se impone, en consecuencia, el deber de un mayor compromiso para ayudar a las comunidades a valorar cada vez mejor sus estupendos contenidos.
De cara al tercer milenio, según el cardenal Sodano, la renovación litúrgica tendrá que responder a las exigencias de nuestro tiempo, intensificando el ejercicio del diaconado abierto a hombres casados, las tareas litúrgicas confiadas a los laicos –hombres y mujeres–, las celebraciones específicas para los adolescentes, jóvenes y minusválidos, y la composición de textos litúrgicos apropiados para los diferentes países, teniendo en cuenta siempre la piedad popular cristiana.
El Santo Padre, según afirma el mensaje de su secretario de Estado, desea que, a través de una oportuna formación de los fieles, «cada celebración litúrgica constituya un encuentro con el misterio salvífico de Cristo y sea, de este modo, una experiencia de gracia y de salvación».