Sudán, el mayor país africano, es el escenario de una brutal guerra civil que ha costado dos millones de vidas y es testigo del renacimiento de la trata de esclavos negros. El rágimen islámico fundamentalista de Jartum ha tratado durante más de una década de arabizar e islamizar a los africanos de Sudán que son cristianos, musulmanes moderados o practicantes de credos tribales. Además de estar comprometidas en la guerra, las fuerzas de Jartum asaltan los poblados, asesinan a los hombres y cogen a las mujeres y a los niños como esclavos, según informa «Persecuted Christian Concern» (PPC). Los niños «esclavizados» de este modo son obligados a vigilar el ganado, las mujeres y las niñas son utilizadas como personal doméstico o concubinas. Los esclavos son normalmente forzados a convertirse en musulmanes.
El número de víctimas del holocausto sudanés sobrepasa con mucho el de las recientes guerras en Chechenia, Kosovo, Bosnia, Ruanda y Somalia juntas. Las iglesias sudanesas están siendo intencionadamente incendiadas y bombardeadas junto a escuelas, hospitales y centros de ayuda cristianos. Los líderes religiosos y laicos son encarcelados y asesinados.
El portavoz de PPC, el pastor Subash Cherien, afirma: «Tenemos la obligación de testimoniar, reunirnos en oración en presencia de los 136 jefes de Estado que estarán en las Naciones Unidas, porque la comunidad cristiana no ha abandonado a sus hermanos y hermanas en Sudán, aunque los líderes políticos de Occidente permanecen en silencio ante el genocidio».
Francis Bok, cristiano sudanés que escapó a la esclavitud tras sufrir severas torturas durante 10 años, compartirá su experiencia durante la ceremonia conmemorativa.
«La conmemoración del 9 de septiembre es para la entera comunidad cristiana del país –indica el coordinador de PPC, Dana Antal–. No es una manifestación sino un tiempo de oración así como una petición cristiana a las Naciones Unidas, ya que los cristianos sudaneses no se pueden representar por sí mismos. La conmemoración permitirá mostrar al mundo que no nos quedamos quietos permitiendo que nuestros hermanos y hermanas cristianos sean perseguidos y asesinados por su fe en Cristo».