LOURDES, 10 dic 2000 (ZENIT.org).- «Muerte segura» para las congregaciones religiosas francesas dedicadas a la educación y la salud, y auge inesperado de las nuevas formas de vida consagrada. Esta es la conclusión a la que ha llegado el padre Gerard Lachivert, secretario general de la Conferencia de los Superiores Mayores de los religiosos de Francia.
Según revela el servicio informativo de las comunidades religiosas de todo el mundo, VID, por primera vez, del 1 al 4 de diciembre, se han reunido en Lourdes conjuntamente los Superiores y las Superioras Mayores de las órdenes y congregaciones religiosas de Francia, para afrontar juntos el desafío que planta la crisis de vocaciones, y sus consecuencias: el aumento del promedio de edad de los consagrados.
Según el padre Lachivert, «en general, podemos hablar de una muerte segura para las familias religiosas surgidas en el siglo XIX con finalidades educativas, caritativas o sanitarias».
Por lo que se refiere a las ordenes tradicionales (franciscanos, dominicos), el religioso considera que todavía tienen un gran futuro en el país, pues la vocaciones vuelven a llegar.
Ahora bien, la novedad está constituida por las «nuevas comunidades» o movimientos, que han ido surgiendo en los últimos treinta años: «Están dando prueba de un vigor que interpela a todas las otras congregaciones religiosas», constata el religioso.
En Francia, han surgido movimientos, como la Comunidad del Emanuel, las Bienaventuranzas («Beatitudes»), Camino Nuevo («Chemin Neuf»), Pan de Vida («Pain de Vie»), y otros grupos, provenientes muchas veces de la Renovación Carismática que, como constataba hace unos años la «Civiltà Cattolica», se han convertido ya en los principales semilleros de vocaciones al sacerdocio en ese país.
Además, en el seno de muchas de estas comunidades, todas ellas surgidas tras el Concilio Vaticano II, laicos y laicas han decidido consagrar enteramente su vida a Dios, dando origen así a nuevas formas de vida consagrada.