CIUDAD DEL VATICANO, 30 nov (ZENIT.org).- 35 años después del Concilio Vaticano II, el Congreso del laicado católico ha terminado hoy haciendo un llamamiento a todos los laicos del mundo para que se conviertan en los protagonistas de la evangelización en la sociedad del nuevo milenio.

La misión de los cristianos en este inicio de milenio, se puede leer en el mensaje final, redactado por los más de 550 representantes laicos procedentes de los cinco continentes, es la de ser «profetas de esperanza», en una sociedad caracterizada por la «cultura de la muerte» que se refleja en la aprobación del aborto y de la eutanasia, así como por una cultura anticristiana marcada por la indiferencia, el nihilismo y el relativismo ético.

«Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo no se sienten aludidos por las continuas repeticiones culturales o verbales del mensaje cristiano --constataron los congresistas--, sino por el encuentro personal». Por ello, invitan a todos los laicos del mundo a hacer un examen de conciencia que responda a la pregunta: «¿Qué quiere decir ser cristiano hoy, aquí y ahora?».

La respuesta de los congresistas es clara: los laicos cristianos, para ser testigos de Cristo --tema del Congreso-- no tienen más que ser lo que son, fieles a Jesús («christifideles»), descubriendo en el bautismo su propia misión.

Al afrontar los grandes desafíos del nuevo milenio, «guerra y paz, tecnología, genética, globalización, relaciones interpersonales, y convivencia pacífica entre los pueblos», los participantes en la cumbre del laicado católico llaman a los cristianos a «llevar la luz del Evangelio a la sociedad, en la que están llamados a ser profetas de esperanza», apóstoles de Cristo.

Los participantes, antes de concluir, han querido también enviar un telegrama a Juan Pablo II para confirmar que quieren responder al llamamiento que hizo el pasado domingo a los laicos para que sean los evangelizadores del tercer milenio. En la eucaristía jubilar el pontífice había anunciado: «Ha sonado la hora de los laicos».

La mañana conclusiva comenzó con la intervención del arzobispo de Boston, el cardenal Bernard Francis Law, quien confirmó que la Iglesia debe afrontar tres opciones fundamentales: la vida, la familia y los pobres. Una labor que los laicos tienen que afrontar inspirándose en los principios de la doctrina social de la Iglesia, en la cultura, la política y la economía.

Tras la intervención del subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos, el profesor uruguayo Guzmán Carriquiry, quien trazó el perfil del seglar del tercer milenio, el cardenal Francis James Stafford, presidente de ese Consejo vaticano recordó que ser bautizado y misionero son parte de una misma realidad.

En la mañana de hoy, además, los participantes escucharon algunos de los testimonios más tocantes, cuando tomaron la palabra un representante de Cuba, una de Serbia y otro de Argelia.

El Congreso, que había comenzado el pasado sábado, ha reunido a líderes católicos de todo el mundo en representación de Conferencias Episcopales; movimientos, comunidades y organizaciones católicas internacionales; e invitados especiales por el Consejo para los Laicos. Ha sido uno de los actos con los que Juan Pablo II ha querido caracterizar las celebraciones del gran Jubileo del año 2000.