Llega nuevamente la Navidad --escribe el padre Bini-- momento en el que «dejamos que se trasparente en nosotros su presencia, no obstante las sombras del pecado y de la infidelidad» y en el que «logramos percibir una Presencia viva allí donde otros ven sólo la casualidad o acontecimientos carentes de sentido».

«Ya no estamos solos», pues desde la primera Navidad de la historia Dios no se ha alejado nunca del hombre. En todo caso, «somos nosotros los que muchas veces tratamos de huir, lanzándonos a la búsqueda de una imagen falsa, lejana o en competencia con la que Él ha querido, para terminar por sentirnos sin paz y prisioneros de nosotros mismos».