ROMA, 14 dic 2000 (ZENIT.org).- Siberia es la prueba más clara de la necesidad que tiene la Iglesia católica de la contribución e iniciativa de los laicos. Lo afirma el obispo Jerzy Mazur, verbita, administrador apostólico de Siberia Oriental, con sede en Irkutsk.
«Una situación como la de Siberia Oriental cambia el modelo de Iglesia respecto a Occidente: la parroquia entre nosotros no se cierra sino que se abre al exterior y los seglares tienen un papel de primera importancia», explica monseñor Mazur, en declaraciones al servicio de información de las comunidades religiosas en Roma, VID.
La Administración Apostólica de Siberia Oriental es la diócesis católica más grande del mundo. Cuenta con 10 millones de kilómetros cuadrados. Tan sólo en Irkutsk, ciudad de más de un millón de habitantes, hay unos 50.000 bautizados católicos, que desde el 8 de septiembre pasado han recuperado la catedral, transformada por el régimen comunista en sala de conciertos.
«Para mí el primer objetivo pastoral es la formación de los laicos --explica--. La experiencia que tengo de otras partes del mundo, tanto en África como en Bielorrusia, me ha enseñado que el Evangelio debe ser inculturado y la población formada en la catequesis y en la vida familiar».
En las dos Siberias, hay un millón de católicos (la mayoría son deportados o hijos de deportados de origen alemán, polaco, ucranio, etc.). Viven entre una población de algo más de 25 millones de habitantes esparcidos a través de 12 millones de kilómetros cuadrados. Hace diez años, unos pocos sacerdotes trataban de atenderles trabajando prácticamente en la clandestinidad.
«Un seglar verdaderamente formado constituye el futuro de la Iglesia», asegura monseñor Mazur. Para el obispo, la parroquia es el lugar en que «debemos reunirnos, para prepararnos, para formarnos, para profundizar el contenido de la fe, pero después la parroquia debe salir al exterior, mirar afuera, afrontar los retos para hablar al mundo, confrontándose con los problemas sociales».
En particular, por lo que se refiere a Siberia Oriental, el prelado explica que estos retos comienzan por el hecho de saber «estar preparados para entablar el dialogo ecuménico e interreligioso porque la mayoría de la población es ortodoxa». Pero, además, en esta inmensa diócesis de Siberia Oriental hay «emigrantes chinos, que con su presencia constituyen un auténtico desafío a nuestra capacidad para saber evangelizar».
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Dec 14, 2000 00:00