ROMA, 14 dic (ZENIT.org).- «Juan Pablo II, testigo del invisible». Este es el titulo de un nuevo documental que ha sido presentado esta mañana en Roma.
Producido por el Centro Televisivo Vaticano y realizado por el periodista italiano Alberto Michelini, el programa pensado para la pequeña pantalla quiere presentar la figura del Papa, y su pontificado, como un viaje interior para testimoniar, ante los hombres y mujeres de nuestro tiempo, la presencia de Dios en nuestro mundo.
En un admirable ejercicio periodístico, el documental recoge los temas más importantes del pontificado de Juan Pablo II que han ido apareciendo en sus viajes y, al mismo tiempo, va presentando datos de su biografía. Una biografía marcada por su experiencia en regímenes totalitarios que han convertido a Juan Pablo II en un defensor de la libertad.
Los viajes, además, se convierten en una metáfora del viaje interior del pontífice. Abundan las imágenes del Papa en momentos de oración y contemplación, que ponen de manifiesto su riqueza interior y su capacidad para ver en las personas y en las situaciones los destellos del Trascendente.
Esta primera visión del documental contó con la presencia del realizador, Alberto Michelini, y del arzobispo estadounidense John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
El documental ha sido presentado en el marco del convenio internacional de estudio sobre «Juan Pablo II y el Cine» que hace de prólogo al Jubileo del mundo del espectáculo que se celebra estos días en Roma. Se trata de una iniciativa organizada por los Pontificios Consejos de Cultura y Comunicaciones Sociales, la Filmoteca Vaticana, la Revista Cinematógrafo y la Facultad de Comunicación de la Universidad Salesiana.
En el encuentro, se ha estudiado la relación entre espiritualidad y cine, debatiendo sobre la importancia de recuperar la presencia de valores en las producciones cinematográficas y televisivas.
Como conclusión práctica de este convenio, las instituciones participantes acordaron crear una fundación, con el nombre de Santa Lucía, para asistir, cada año, a 30 jóvenes para que desarrollen sus cualidades dentro del campo televisivo y cinematográfico.