Se trata, como explicó el mismo Santo Padre, de un tesoro precioso en su confección destinado a la proclamación del Evangelio en circunstancias de singular relieve. Recoge en un único libro las lecturas evangélicas relativas a las diferentes fiestas, según el calendario litúrgico.
Al recibir el Evangeliario, preparado por el organismo vaticano, cuyo prefecto es el cardenal chileno Jorge Arturo Medina Estévez, el pontífice al contemplar esas páginas de artística belleza reconoció que recogen «el eterno misterio de amor por el hombre, encerrado en el corazón mismo de Dios y revelado de manera tangible y sublime en su Hijo predilecto».