CIUDAD DEL VATICANO, 25 mar 2001 (ZENIT.org).-¿Cuándo puede darse a un videojuego la categoría de «religioso»? ¿Y de «cristiano»?». A estas dos preguntas responde un artículo publicado por el Servicio de Observación sobre Internet (SOI), una iniciativa surgida en el marco de la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL).
La pregunta se hace necesaria, como confirma el mismo SOI (http://www.ua-ambit.org/soi/soi.htm), pues los videojuegos se están convirtiendo en instrumentos importantes para la cultura de adolescentes y jóvenes.
En estos días es noticia la presentación del juego Catechumen, lanzado por una página web inglesa http://www.newday.org.uk/index.htm, cuyo precio de desarrollo ha superado el millón de libras esterlinas, según informaba hoy «The Telegraph». Se trata del primer juego interactivo con la imaginería propia de los videojuegos Quake o Heretic, que sin embargo asume una historia de trasfondo «cristiano», al menos en el planteamiento temático.
«Catechumen» (http://www.catechumen.co.uk)
se encuentra en Internet, en 3D, y toma algunos aspectos de la historia del cristianismo. El jugador debe luchar contra los paganos romanos para liberar a prisioneros cristianos. El juego se desarrolla en la Roma antigua, unos 200 años después de la crucifixión de Jesús, en el contexto de las persecuciones emprendidas por Nerón.
Los cristianos incorporaban a los nuevos miembros a través de un largo período de preparación, antes de ser bautizados. El personaje del juego es uno de estos «catecúmenos» que debe vigilar la continuidad de las enseñanzas cristianas. Para ello, si desea tener éxito, debe partir para el combate.
Las fases del juego son 18, algunas de gran complejidad en la búsqueda de llaves y claves para abrir puertas, esquivar obstáculos, evitar ser asesinado y poder liberar a otros cristianos. Los niveles tienen nombres como «El Partenón», «El Coliseo», «La prisión», «El templo», «Las barracas», «Las catacumbas», etc.
En algunos niveles se usan nombres confusos, por ejemplo «El cuarto de la conversión», en el que no se da una conversión cristiana, sino todo lo contrario: los soldados romanos inocentes están siendo convertidos al mal. El jugador debe lograr sacarlos de ahí. Otro ejemplo es, en la parte más interna del Castillo, y tras el «Cuarto de Satanás», el llamado «Inner Sanctum»; en esta habitación debe entrar el demonio para la «batalla final». Al menos en la descripción del juego, Jesucristo, Dios Padre o el Espíritu Santo son los grandes ausentes del recorrido.
«Sin entrar en consideraciones teológicas que escapan al alcance de esta descripción –explica el SOI–, sí es interesante notar que en el videojuego están presentes los elementos de lucha y violencia, como en todos los demás juegos de ese tipo, y que contribuye aún más a relativizar una posible categoría de «cristiano», dados los métodos que inculca en el participante».
«Pero lo que más lo aleja de una supuesta base cristiana es que se plantea como una lucha (maniquea) contra los romanos y contra los demonios, e ignora otros aspectos esenciales como el encuentro progresivo con Dios o la creación de espacios de libertad para el crecimiento de las comunidades de creyentes», continúa explicando el Servicio de Observación sobre Internet.
«Quizá habrá quien diga que tales elementos serían demasiado pedir. Tal vez sea así, pero también es cierto que otros videojuegos los contienen (como Sim City y otros análogos). Incorporar elementos constructivos en este tipo de entretenimiento abriría más espacio a la creatividad positiva del jugador», sugiere el SOI.
El creador del juego, Derek Clare se defiende afirmando que, si bien en el juego se usa la violencia contra los oponentes, no hay tanta profusión de sangre como en otros juegos de ese tipo.
El precio de venta del juego en Europa es de 34 libras esterlinas.