CIUDAD DEL VATICANO, 3 abr 2001 (ZENIT.org).- Para Juan Pablo II es «ilusoria y nefasta la pretensión de arreglar las propias cuentas con Dios, prescindiendo de la Iglesia» y de los sacramentos.
El Papa pronunció estas palabras con total claridad al encontrarse el sábado pasado, como todos los años, con los miembros de la Penitenciaría Apostólica, los participantes en el curso anual sobre el fuero interno que organiza esa institución vaticana y con los padres penitenciarios de las basílicas patriarcales de Roma.
Para el cristiano, recordó el pontífice, «Jesús es el mediador único y necesario de la salvación eterna. De aquí deriva la necesidad, en orden a la salvación eterna, de aquellos medios de gracia, instituidos por Jesús, que son los sacramentos».
En este sentido, el pontífice recordó que «la confesión individual e íntegra y la absolución son el único modo ordinario para que el fiel, consciente de pecado grave, pueda reconciliarse con Dios y con la Iglesia. Por eso, la absolución colectiva, sin la previa acusación individual de los pecados, debe ser rigurosamente comprendida dentro de las normas canónicas taxativas».
Por último, el Santo Padre aseguró que «no hay que confundir el Sacramento de la reconciliación con una técnica psicoterapéutica. Las prácticas psicológicas no pueden reemplazar al Sacramento de la penitencia, ni mucho menos ser impuestas en su lugar».