La ausencia de peregrinos, nota dominante de la Pascua en Tierra Santa

El patriarca hace un llamamiento

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JERUSALÉN, 15 abril 2001 (ZENIT.org).- La esperanza en el regreso de la paz a Tierra Santa ha sido la nota dominante de la Pascua cristiana en Jerusalén. El efecto de la guerra, sin embargo, ha sido patente: la ausencia de peregrinos y la prohibición a los habitantes de los territorios palestinos de participar en los ritos de la Ciudad Santa.

En las callejuelas, especialmente entre los niños, se podía escuchar sin embargo el saludo pascual «Christos anesti» (Cristo ha resucitado verdaderamente). Se había pronunciado antes en la Basílica de la Resurrección en todos los idiomas. Se lo intercambiaron proféticamente peregrinos católicos, ortodoxos, orientales y protestantes, que en este año han celebrado en el mismo día la Resurrección de Jesús.

Ha sido una coincidencia de calendarios que, como dijo el patriarca Michel Sabbah en la homilía de la misa, constituye «un llamamiento a la unidad, un signo que nos recuerda la voluntad de Dios que quiere que caminemos juntos hacia la unidad, confiados en que podamos superar todo lo que hace el camino difícil».

«Y damos gracias a Dios –añadió– por el amor que reina entre nuestras Iglesias, aquí, en Jerusalén. Pero Dios nos pide todavía más».

La antigua tradición de Jerusalén se repitió con la proclamación de los cuatro Evangelios de la Resurrección de Jesús precisamente en torno al Sepulcro en que tuvieron lugar los acontecimientos. Pocos peregrinos, sin embargo, pudieron vivir este momento único. De hecho, también hoy han llegado noticias de tiroteos, enfrentamientos, y atentados, así como de intentos de retomar el diálogo.

El patriarca se refirió a esta situación lanzando un intenso llamamiento para que por encima de todo se respete la dignidad del hombre, imagen de Dios en todo ser humano, base de todos los derechos y deberes.

La violencia no sólo ha quitado brillo a esta Pascua en Tierra Santa, sino que ha tirado por los suelos la industria turística en Israel y los territorios palestinos. Tras la visita de Juan Pablo II de marzo del año 2000, el gobierno israelí calculaba que podrían venir en el 2001 mas de 3 millones de peregrinos y turistas. Ahora, sin embargo, ha calculado que han sido despedidos unos 20.000 trabajadores de hoteles, restaurantes y otras ocupaciones dependientes del turismo.

Asimismo, en las zonas palestinas se han cerrados muchos hoteles, debido a las restricciones a los viajes impuestas por Israel, que impiden que los visitantes lleguen a las poblaciones palestinas.

Las ciudades palestinas están sometidas al bloqueo de Israel desde el comienzo de la Intifada el pasado 28 de septiembre. La ola de violencia por el momento se ha saldado con casi 500 muertos.

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ZENIT Staff

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