CIUDAD DEL VATICANO, 15 abril 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II celebró la Eucaristía de este Domingo de Resurrección subrayando su carácter ecuménico, pues en este año celebraron la Pascua en el mismo día todos los cristianos del planeta: católicos, ortodoxos, e hijos de la Reforma.
La afluencia de peregrinos superó las previsiones: al final, eran unos 150 mil que no entraban en la plaza de San Pedro y que tuvieron que contentarse con seguir las palabras del Papa desde la Vía de la Conciliación.
La diferencia de fechas en la celebración de la Pascua surgió con motivo de la reforma del calendario litúrgico realizada por el Papa Gregorio XIII en 1582. Los cristianos de oriente, en su mayoría ortodoxos, sin embargo, siguen calculando la fecha de la Pascua según el antiguo calendario Juliano, establecido por Julio César, en el año 46 antes de Cristo. En ocasiones, sin embargo, el día de Pascua en estos dos calendarios coincide, como sucedió en el año 2001. La última vez que se había dado este fenómeno fue en 1990.
Para subrayar esta coincidencia, que se convierte en aliento hacia la unidad plena, el mayor escándalo de la historia del cristianismo, Juan Pablo II quiso que durante la celebración un coro ruso entonara los «stichi» y «stichirá», de la liturgia pascual bizantina. Se trata de versículos del salmo 67 (68), intercalados por otros versos poéticos que cantan la resurrección de Jesús y la alegría cristiana. Fueron proclamados después del Evangelio, interpretando la sugerente melodía compuesta por Grigori Fjòdorovic Ljvovski (1830-1894).
En la eucaristía se utilizaron muchos de los idiomas más representativos del mundo. Se leyeron las lecturas en español, latín e inglés y el Evangelio fue cantado en italiano. Las oraciones de los fieles fueron elevadas en francés, polaco, chino, portugués, alemán, árabe e italiano.
Al igual que en el año pasado, se volvió a recuperar en este Domingo de Resurrección una tradición perdida hace ochocientos: en el altar fue colocado el icono del Santísimo Salvador conocido como «Acheropita» (que significa no pintado por manos humanas). Es una de las imágenes más veneradas de la cristiandad, custodiada en una capilla colocada junto a la basílica de San Juan de Letrán, catedral del Papa.
Hasta el siglo XII, este icono que representa la verdadera imagen de Cristo Resucitado y que, según la tradición, fue pintado por ángeles, era sacado en procesión en la mañana del Domingo de Pascua. No volvió a exponerse en público hasta el año del gran Jubileo, en el que la Iglesia celebró los dos mil años del nacimiento de Jesús.