La ley, que ya fue aprobada el año pasado en la cámara baja, obtuvo luz verde por 46 votos contra 28, según Reuters de 10 de abril. Aunque una mayoría de los ciudadanos holandeses están a favor de la medida, durante el voto miles de manifestantes organizaron concentraciones para expresar su oposición.
Según el «Telegraph» del 10 de abril, hay cerca de tres mil casos de eutanasia al año en Holanda. Este número podría incrementarse debido a que el paciente que desea ayuda para suicidarse no tiene que estar en situación terminal, como ya ha ocurrido una vez. La prueba ahora es cómo saber si se trata de un «sufrimiento insoportable». Un juzgado, hace varios años, sentenció que una mujer, desesperada tras la muerte de sus dos hijos, tenía justificación al pedir la eutanasia.
Cristianos por la Verdad (CFT) en Holanda, protestaron contra la nueva ley indicando que los informes de suicidios con asistencia médica, que se realizan desde hace varios años, ha demostrado fallos. Mediante la investigación gubernamental, se ha probado que más del 50% de los médicos no notifican a las autoridades su participación en la eutanasia. CFT indicaba que, aunque el Gobierno espera que la remoción de la eutanasia del Código Penal anime a los médicos a informar de más casos, tras la relajación de la ley en 1998 el número de casos notificados decreció. <br>
CFT también mencionaba el reciente caso en el que un médico que mató a un paciente sin su consentimiento, pero tras consultar a la familia -que no podía soportar verlo sufrir más-, fue declarado culpable de asesinato aunque no recibió pena alguna.
Reacción al voto
Las críticas a la decisión de legalizar la eutanasia llegan desde muchos ángulos. El ministro de Sanidad ruso, Yuri Shevchenko, dijo que la ley podría prestarse a abusos. «Imagínese un enfermo, anciano, inducido a morir para quitarle sus pertenencias y su pequeño apartamento. Es un gran pecado y no debemos permitirlo», dijo.
La organización con sede en Illinois «Not Dead Yet,» un grupo que defiende los derechos de las personas con minusvalías, condenó también el hecho. «La experiencia holandesa de la eutanasia sería mejor describirla como el aumento de la falta de atención y la insensibilidad con el paso de los años», declaró el grupo en un comunicado.
Mientras tanto, el obispo Tadeusz Pieronek, ex secretario general de la Conferencia Episcopal de Polonia, indicaba que la «eutanasia permitida en un ambiente…, puede salirse de control y abarcar a otros grupos: los indeseables y discapacitados».
Y en Alemania el cardenal Karl Lehmann, presidente de la Conferencia Episcopal, acusó a Holanda de adoptar una «cultura de muerte», convirtiéndose en el primer país que legaliza la muerte por compasión y el suicidio asistido, informaba el «New York Times» del 12 de abril.
La declaración del cardenal -que dijo que era «inconcebible» que médicos alemanes pudieran «asistir a los pacientes hasta la muerte antes que ayudarles a atravesar una situación difícil»- forma parte de una fuerte reacción alemana a la ley de la eutanasia. Editoriales en portada, declaraciones de ministros y críticas de los médicos: todos opinan que los holandeses han «abierto una brecha» de peligrosas consecuencias.
Siguen otros países
Tras el voto, la ministra holandesa de Sanidad, Els Borst, comentó: «Espero que otros gobiernos encuentren el valor para entrar en un debate similar», según informaba la agencia «Reuters» el 10 de abril. Este deseo se cumplió justamente cuando unos días después la agencia «Associated Press» de 13 de abril anunciaba que un grupo médico surcoreano está presionando para que se de a los doctores el derecho a acabar con el tratamiento de los pacientes incurables.
Las muertes por compasión son un delito en Corea del Sur, pero la Asociación Médica Coreana, un «lobby» de 70.000 doctores, ha redactado un nuevo código ético que otorgaría a los médicos mayor discrecionalidad en la determinación del destino de los pacientes que sufren dolores insoportables sin esperanzas de vida. El código ético, el primero de su tipo en Corea del Sur, se formalizará cuando sea aprobado por la asamblea general de la asociación a finales de este mes.
Si se adopta, el nuevo código ético podría permitir a los médicos interrumpir el tratamiento de los pacientes terminales según su propio criterio, o cuando se les pida que lo hagan en un documento escrito por los familiares. Podría también facultar a los médicos para rechazar las peticiones de tratamiento por parte de las familias si ellos creen que es médicamente innecesario.
En Francia, según «Reuters» (16 de abril), Bernard Kouchner, el ministro de Sanidad, anunció que piensa presionar para la legalización de la eutanasia tras los sondeos de opinión favorables. Kouchner, de acuerdo con el diario francés «Le Monde», dijo que «es el momento de debatir el tema abiertamente, sin arrogancia, ideas preconcebidas o retórica ideológica».
Kouchner, cofundador de la organización humanitaria «Médicos sin Fronteras», volvió al Gobierno francés en febrero, tras realizar una misión como administrador de la ONU en Kosovo.
Y en Holanda parece que para la ministra de Sanidad, Els Borst, la legalización de la eutanasia no es el final del camino. Según el diario español «El Mundo», del 15 de abril, Borst es favorable a un tipo de «píldora del suicidio» que podría ser puesta a disposición de los ancianos y otras personas que están simplemente «cansadas de vivir».
Esto difiere de la ley de la eutanasia, explicó Borst, porque mientras la nueva ley se limita a quienes sufren una enfermedad grave, una píldora del suicidio podría estar abierta a aquellos que simplemente son ancianos o no desean seguir viviendo.
La necesidad de cuidados paliativos
En contraste con la idea de acelerar la muerte de quienes sufren una enfermedad grave, está la propuesta de mejorar el tratamiento del dolor y hacer la vida más soportable a los pacientes. En Italia, el diario «La Repubblica», del 18 de marzo, informaba que si los pacientes terminales estuvieran bien atendidos, la demanda de eutanasia desaparecería.
Un estudio de 900 personas realizado por la doctora Carla Ripamonti, mostraba que quienes desean acelerar su muerte es porque no reciben los cuidados adecuados. De hecho, de los 900 casos estudiados, sólo uno pidió ayuda para suicidarse, y esta persona, tras recibir cuidados paliativos, cambió de opinión.
Además, el índice de suicidios entre quienes sufren de cáncer en Italia es sólo del 0,027%, menos que el resto de la población. El estudio mostraba que el deseo de suicidio está normalmente presente en los primeros seis meses tras el diagnóstico de cáncer, y que si más tarde el paciente recibe el adecuado tratamiento para el dolor, éste disminuye.
A las mismas conclusiones llegó el canadiense Balfour Mount, un médico de Montreal y experto en cuidados paliativos, según el «National Post» del 19 de marzo. Mount publicó un artículo en el número de marzo de la revista del Real Colegio de Médicos y Cirujanos de Canadá, argumentando que Canadá debe mejorar mucho su sistema de cuidados paliativos para los pacientes terminales y, si lo logra, es una alternativa en este país a la eutanasia y al suicidio asistido.
Mount argumentó que los cuidados paliativos en Holanda se han quedado atrás respecto a los de otros países, y el suicidio asistido ha sido adoptado como solución antes que asegurar un tratamiento óptimo a los enfermos terminales.