PARIS, 26 abril 2001 (ZENIT.org).- La noche de Pascua, sábado por la tarde del 14 de abril, un equipo de «Sos Mamans» (UNEC) salió en coche hacia la zona de los Boulevards des Maréchaux, al norte de París, para desear Felices Pascuas a las mujeres y jóvenes de los países del Este de Europa que ejercen la prostitución en gran número, esclavas de los tiempos modernos, según informa UNEC.
Excepcionalmente, este año la Pascua coincide en el Este y el Oeste del continente. Habían preparado grandes huevos de Pascua de chocolate, adornados con iconos en los que estaba escrito en ruso: «Christos voskresje – Vo istinno voskresje !» («Cristo ha resucitado» – Respuesta: «¡Verdaderamente ha resucitado!», siguiendo la liturgia oriental).
Normalmente estas «esclavas» de las mafias de la prostitución no hablan sino el ruso u otra lengua eslava. El equipo de «Sos Mamans» habló con mujeres lituanas, albanesas y, sobre todo, rusas. Todas estaban gratamente sorprendidas del pequeño regalo inesperado. Cuando ya se iba, el equipo les dijo en ruso: «Christos voskresje !» (¡Cristo ha resucitado!). Y espontáneamente, con un rostro resplandeciente e inolvidable, respondieron: «Vo istinno voskresje !»
De esta manera tan sencilla, las prostitutas de un barrio de París anunciaron en medio de la calle que Cristo verdaderamente había resucitado. Eran las únicas que permanecían esperando en las aceras aquella noche.